Si bien la democracia ha demostrado que es una forma de gobierno imperfecta; que lo mismo vale el voto informado que desinformado; que lo mismo vale el voto de una persona que lo vende por 500 pesos, que el voto de alguien que tiene convicciones, al final no nos queda otra que salir y ejercer nuestro derecho al voto.
En México somos millones los electores que podemos hacer la diferencia, millones que si salimos a votar, podremos contrarrestar las prácticas antidemocráticas y los vicios electorales. ¡Salga usted a votar! No deje que otros elijan por usted. Deje de defenestrar al que considera su contrincante y vote.
Vote por quien usted quiera, por quien haya elegido, por el que le parezca el mejor o hasta por el que le parezca el menos peor, pero vote. Si no lo hace, no se sienta con derecho después a exigir, no se sienta con derecho a reclamar, no se sienta con derecho a alzar la voz. Si no le importa votar, entonces usted tampoco le importa a México.
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