Juan David Castilla Arcos / Xalapa, Ver. Los aficionados se comían las uñas. Esperaban con ansias la derrota de la República de Corea sobre Alemania, para la clasificación de la Selección Mexicana a los octavos de final del Mundial Rusia 2018.
Faltaban solo 20 minutos para que concluyera el encuentro entre México y Suecia. El equipo del país nórdico debía ganar para clasificar a la siguiente fase.
Llevaba la delantera 3-0 ante la selección tricolor. La gente colocaba sus manos en el rostro. Observaba el partido en Plaza Sebastián Lerdo de Tejada, mientras el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares lo veía en primera fila desde el Palacio de Gobierno.
Entre la multitud se encontraba “El Pegaso”, un joven con una máscara de luchador donde presumía los colores verde, blanco y rojo. A un costado, su amigo, quien portaba la máscara de Octagón, sudaba de nervios cada vez que los suecos pisaban el área del portero mexicano Guillermo Ochoa.
Limberth, el luchador de 16 años que pelea en la Exfábrica de San Bruno, vivía con pasión los últimos minutos del partido.
El menor levantaba las manos y brincaba de gusto al escuchar que la República de Corea estaba por ganarle a Alemania.
Entre banderas mexicanas, porras y gritos de esperanza, Limberth destacaba la importancia de la clasificación mexicana.
«Aunque dependamos de otros países, de otros equipos, tenemos la esperanza de que México clasifique y le eche ganas, la esperanza es lo que cuenta en estos momentos», relata.
La gente entristecía cada vez que Suecia anotaba. El pase a las finales se complicaba para México.
Algunos se tomaban del cabello. Otros, se quitaban la peluca y la azotaban en la plaza pública.
El triunfo de Corea le había dado el pase a México a los octavos de final.
La actuación de la Selección Mexicana había sido miserable en comparación con los dos partidos anteriores de la Copa del Mundo, donde derrotó a Alemania 1-0 y a Corea 2-1.
La derrota mexicana desmotivó a la afición. Pocos conductores hicieron sonar el claxon mientras circulaban en la calle Juan de la Luz Enríquez y pocos exhibían la bandera mexicana afuera de las ventanas de sus vehículos.
Al terminar el partido, los aficionados se dispersaron y se retiraron de la plaza pública.
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