Tal vez parezca presuntuoso dar como un hecho que AMLO será el próximo presidente. Sin embargo, la diferencia entre sus competidores es muy amplia. No obstante, si el tabasqueño no quiere que la elección se judicialice y se tenga que llevar al máximo tribunal electoral, la victoria tendrá que ser contundente e inobjetable. La administración de Peña Nieto tiene mucho que perder si Meade no gana. Y desgraciadamente para ellos, tal parece que se quedará en el tercer lugar. El propio Meade luce resignado.
Por otro lado, se sabe que el tabasqueño se ha dedicado a limar asperezas con el empresariado, con las fuerzas armadas y hasta con sus acérrimos enemigos, como son Diego Fernández de Cevallos y el expresidente Carlos Salinas de Gortari. Por esa razón, no extraña el pragmatismo con el que se conduce el candidato morenista. El asunto es llegar y ya en el poder, las cosas pueden cambiar. Ya se verá si este escenario se puede dar. Todo dependerá de los resultados este primero de julio.