Se había prometido un golpe contundente en contra de Andrés Manuel López Obrador, un golpe fulminante que lo pondría de rodillas, que lo haría desplomarse en las encuestas, pero no hubo tal golpe.
La intentona de Ricardo Anaya de acusar a López Obrador de dar contratos a un empresario no pasó a mayores; sólo se puso en evidencia la desesperación de un candidato que no se mueve hacia arriba en la encuesta, sino hacia abajo
Meade se vio mesurado y el Bronco siguió con sus payasadas; qué es eso de pedir «beso, beso, beso». Al parecer este debate no hará variar los números en las encuestas; al parecer los electores no variarán mucho su voto; al parecer los famosos indecisos no se irán a tropel a votar por Anaya ni por Meade. De los tres debates, al parecer este fue el más aburrido.
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