Por un lado, Javier Duarte se excedía en el Día de la Libertad de Expresión tratando de quedar bien con algunos medios que no querían celebración sino dinero; esos a los que Fidel Herrera llamó «succionadores profesionales». Pero los que más se excedieron fueron los mismos periodistas. Muchos de ellos se dejaron querer por el gobernante en turno, se prestaron para encubrirlo, le hicieron creer que era un gran estadista y lo envalentonaron para que el saqueo fuera excesivo.
Si bien el Día de la Libertad de Expresión pertenece a todos los ciudadanos, en México esta conmemoración se la han arrogado los periodistas. Ya es una tradición que los periodistas la conmemoren porque esa libertad refrenda el compromiso que tienen ellos con los ciudadanos, el compromiso de expresarse con plena libertad.
Pero tampoco es bueno ignorar esta conmemoración; tampoco es bueno portarse de manera mezquina, y no nos referimos a regalar autos como en los días de Fidel y de Duarte, ni de hacer comidas pantagruélicas para rodearse de los medios afines. «Lo cortés no quita lo valiente», reza el dicho, por lo que saludar a los periodistas en este día es más que una concesión, es un signo de civilidad.
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