Jesús J. Castañeda Nevárez / En plena crisis económica, política y social el único sector que ha tenido un enorme crecimiento en Veracruz son las casas de empeño, en las que todos los días existen largas filas de veracruzanos desesperados ante la difícil situación que se vive por todos lados.
Expresiones de tristeza y frustración por llevar los artículos que en alguna ocasión representaron la satisfacción de un logro y que ahora sólo significan la posibilidad de alimentación de unos días y después, tal vez otra visita a la casa de empeño y el desprendimiento de otro bien.
Pero eso es a nivel doméstico en el que los activos del hogar se van perdiendo a la par del nivel de vida de los integrantes de la familia.
Lo grave, terrible y muy desafortunado para todos, es que ese mismo fenómeno está ocurriendo con las empresas veracruzanas, quienes han sido proveedoras del Gobierno de Veracruz y que hoy enfrentan una severa crisis por la falta de pago de los bienes y servicios que prestaron y que están debidamente soportadas documentalmente.
Esas empresas están perdiendo maquinaria y equipo indispensable para el trabajo diario, para la producción y el alcance de resultados que se convierten en riqueza y se redistribuye a través del salario para sus trabajadores. Pero al perderse, también se perderán los empleos y también se perderá el ingreso para cientos o miles de familias veracruzanas y ellas también irán al empeño a perder sus aparatos domésticos. Terrible círculo fatal.
Los candidatos a la gubernatura de Veracruz hablan de que lo mejor está por venir, porque de tus problemas yo me ocupo y juntos haremos historia, como una amalgama de ofertas que buscan reanimar a una sociedad ya muy decepcionada y lastimada por los políticos.
¿Y con qué se recuperará la economía de Veracruz cuando las empresas veracruzanas están perdiendo sus equipos y su personal calificado está emigrando para otros estados?
Salvo que sea ésta una estrategia para que vengan al “rescate” las empresas fuereñas y hasta pretendan que las recibamos en territorio veracruzano cual salvadores.
Pareciera una circunstancia que se ha ido construyendo desde el inicio del gobierno actual, porque a las empresas veracruzanas no se les está contratando y los proveedores que hoy son los que obtienen la mayoría de los concursos son externos (poblanos) y los pocos locales beneficiados, están directamente ligados a la simpatía del poder.
Pareciera una venganza contra los veracruzanos, o tal vez está ocurriendo de forma incidental por eludir el fantasma de las empresas fantasma; puede ser; pero una vez aclarado perfectamente la legal identidad de las empresas y empresarios veracruzanos y su actividad de negocios alejada de sospecha de haber estado vinculada a los pillos de la fidelidad y el duartismo, todo debería regresar a esa añeja normalidad de participación en los procesos licitatorios en los que los subcomités de adquisiciones eran debidamente integrados con representaciones sociales y empresariales, además de la existencia de un Comité Estatal de Adquisiciones y Obra Pública, en la que de forma colegiada se revisaban todos los casos que ameritaban ser analizados y autorizados, donde además se concentraban todos los datos y de forma contundente se demostraba el porcentaje del presupuesto que se quedaba en las empresas veracruzanas y se reflejaba en la mayor derrama económica entre los trabajadores veracruzanos y sus familias. (aplausos)
Hoy las empresas veracruzanas lloran su doble desgracia, por no recibir el justo pago de los bienes y servicios que proporcionaron al Gobierno del Estado durante la pasada administración y la no contratación de la actual por la simple razón de haber tenido tratos comerciales con la anterior.
Por eso resulta muy difícil recibir con optimismo las promesas que se vierten en la campaña electoral por la gubernatura de Veracruz, porque en cada candidato hay fuertes motivos para no creerle que cumplirá; salvo que en el fondo de sus promesas exista una mañosa manipulación para torcer la verdad, como se dice que resultó con una vieja frase de campaña de un candidato que resultó ganador: “bienestar para la familia” y después descubrimos se refería a su propia familia, por supuesto. Porka Miseria.
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