La campaña de Ricardo Anaya, en vez de agarrar fuerza al acercarse al primero de julio, está perdiendo aire. Se pensaba que después del segundo debate la posición de Ricardo Anaya sería más fuerte, sin embargo, la sombra de mentiroso que le han endilgado los escándalos por sus negocios y de su patrimonio, finalmente le han hecho daño.
En contraparte, después de fumar la pipa de la paz con los empresarios, Andrés Manuel López Obrador se conduce con holgura hacia Los Pinos. Por tales razones, no es descabellado creer que el Gobierno de Enrique Peña Nieto y su conjunto de asesores estrellas, incluido el propio Carlos Salinas, piensen que la única salida para no pisar la cárcel sea negociar con «ya sabes quién».