En los múltiples reportajes de la revista Proceso, así como en el libro Los cómplices del presidente de Anabel Hernández, quedó comprobada la psicopatía de Isabel Miranda de Wallace, quien, según Anabel Hernández, basó el caso del secuestro y muerte de su hijo en el ADN de una gota de sangre que fue recuperada seis meses después del asesinado; la sangre fue hallada después de que Wallace insistiera en que se revisara seis meses después el lugar del crimen, un departamento que después del primer peritaje, donde no se encontró nada, fue dejado sin custodia.
Pero las irregularidades no terminan ahí. También apareció otra acta de nacimiento de Hugo Alberto Wallace, el supuesto asesinado, utilizada cinco años después de su muerte para obtener su CURP. ¡Qué alguien me explique!
Si a esto sumamos que, de acuerdo con el libro Los cómplices del presidente, Hugo Alberto tenía antecedentes penales, pues había sido arrestado por contrabando, e investigado por supuestos vínculos con el crimen organizado, entonces tenemos el perfil de una mujer que no se cansa de engañar a los mexicanos.
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