De modo que las alusiones de Meade caen en suelo árido. Meade ya debe de verse como priista, cueste lo que cueste. Debe deslindarse con inteligencia del gobierno de Peña Nieto, debe tener propuestas concretas y auténticas; no sólo propuestas que contrasten con las de sus adversarios.
Esta es la última oportunidad de José Antonio Meade, aunque él diga lo contrario. No sube en las encuestas, antes bien baja. Si no logra verse presidenciable en este debate, Peña Nieto tendrá que buscar como negocia una transición pacífica con «ya sabes quién», porque con el “pollo”, de ese no quiere ni su caldo.
