El acto vandálico que algunos cobardes cometieran contra la estatua del profesor Guillermo Zúñiga Martínez, sólo puede ser celebrado por los cretinos. Los que lo cometieron que, por supuesto no dan la cara, suman ignorancia, maledicencia y vileza. Creen en mitos no comprobados y deciden ignorar los hechos.
Pero hay otros, otras, que se alimentan de esa vileza. Seres que transitan por la vida sumándose al que les acerque unas migajas con las que se conforman. Son maledicentes amateurs que se sienten profesionales. Esos que militan del lado del que les sobe el lomo, del que los trate como personas.
Un día hablan bien del que les dio sus sobras pero que cuando les niegan algo, terminan tirándole mierda; porque esa es su esencia, con ella se alimentan y también la utilizan como arma. Se sienten líderes en las redes sociales, artistas del desprestigio y de la burla, pero sólo son, como dijera Kafka, artistas del hambre.
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