Tampoco se trata de caer en la demagogia de que el pueblo es el que ganó el debate; en todo caso los moderadores, y sobre todo Azucena Uresti, ganaron el debate. El debate fue menos acartonado gracias a la intervención de los moderadores que cuestionaron a cada candidato sin esperar que los candidatos reviraran a ellos; bueno, sólo el Bruto, perdón, el Bronco se puso de insolente al principio, pero por suerte los moderadores lo pudieron de rodillas después y hasta mostraron el talibán que lleva dentro.
El debate mostró buenos y malos oradores, mostró el temple y las debilidades de los candidatos, pero también mostró las máscaras que cada uno usa. Lo malo es que en México el gran electorado no tiene la capacidad de advertir esas señales.