El espejismo del debate del Chicken Little

Ricardo Anaya en el primer debate presidencial organizado por el INE FOTO: WEB

El debate presidencial es un acontecimiento mediático, se supone que sirve para conocer las propuestas de cada candidato. Sin embargo, sucedió lo que ya se esperaba. Todos buscaron atacar al candidato puntero, Andrés Manuel López Obrador. Lo que es un hecho irrefutable es que el candidato tricolor quedó rezagado en el tercer lugar. Se confirma que no está en el ánimo de la gente. No porque sea mal candidato, tal vez sea lo menos peor del gabinete de Enrique Peña Nieto, sin embargo, el rechazo a lo que él representa es una pesada loza para su campaña.

En el caso del candidato del Frente por México, el optimismo desbordado de sus seguidores y asesores de campaña, dándolo como el ganador del debate, no precisamente indica que será el próximo presidente de la República. La diferencia porcentual entre Andrés Manuel López Obrador debería despertarlos de la obnubilación en la que se encuentran. En el caso que el debate le arroje a Ricardo Anaya unos cinco o seis puntos, sólo recuperaría los que perdió por las acusaciones de su nave industrial.

No es momento de celebrar, Ricardo Anaya y compañía deben comprender que el camino aún es muy largo y aún pueden pasar muchas cosas. Lo cierto es que el Chicken Little, con este primer debate, obtiene un poco de oxígeno que tanta falta le hacía, pero de eso a sentirse que ya tiene la presidencia en la bolsa, eso es aún un sueño de verano.

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