En otras palabras, el ciudadano común y corriente, cuando tiene la oportunidad, prefiere pagar mordida y sobornar a la autoridad. De acuerdo con el informe, 51 por ciento de los mexicanos encuestados respondió haber pagado un soborno para acceder a servicios públicos básicos en los últimos 12 meses.
La transa es parte de la cultura mexicana, alguien pudiera concluir que todo mundo lo hace. El problema es que cuando la corrupción se hace institucional, ésta va corrompiendo todo a su paso y, desgraciadamente, los grupos del poder la hacen parte de la institución y alcanza todas las esferas del gobierno.
El problema se agrava aún más cuando los encargados de procurar justicia llegan a formar parte de estas redes de complicidades. El primero de julio será la elección madre en México, se corre el peligro que algunos miembros encargados de velar la limpieza de éstas se dejen corromper por el poder de dinero y se pueda cometer un fraude de manera muy sutil.