Morena: reinicia la succión de Mónica Robles

Xalapa, Ver. Mónica Robles Barajas FOTO: MIGUEL ANGEL CARMONA/FOTOVER
- en Opinión

Mussio Cárdenas Arellano /

* Candidata a diputada local pluri  * Del PRI, al PRD, al Verde, al partido de AMLO  * Y la militancia… en la luna  * Gersaín brinca al yunismo azul  * Sergio Pitol: murió un grande  * Cabildo anula elección en Villa Allende  * Violó la ley  * Los Quintanilla y los matones

Por el drenaje electoral, vía la lista plurinominal de Morena, va Mónica Robles de Hillman por el hueso que en sus días de poder Javier Duarte le obsequió, incrustada en el Congreso de Veracruz para alzar la mano, guardar silencio, avalar el desgobierno, el saqueo, la impunidad. Ya reinició la succión.

Ya pasó por el PRI, donde lo menos relevante fue el atraco a Coatzacoalcos, siendo alcalde su esposo, Ivan Hillman Chapoy, él ejerciendo 2 mil millones de pesos sin dejar huella ni algo digno, ni una sola obra qué recordar, sino la destrucción de un parque del DIF, que Mónica Robles presidía, para erigir ahí su capricho ambiental, el Parque Quetzalli, que retiene bajo control con un comodato vil, amañado, ventajoso, asociada con Fidel Herrera Beltrán, el detestado ex gobernador, pagando la nómina de sus empleados el ayuntamiento, y los servicios, y el mantenimiento. Un agravio social.

Se le arrimó al PRD. Su madre, Roselia Barajas Olea, esposa del periodista José Pablo Robles Martínez, tampoco se ganó un voto para ser diputada. Inserta en la lista plurinominal de 1997, pudo acceder al Congreso federal, sumada a la masa, perdida en el montón, tan transparente que nunca se vio, pegada a Cuauhtémoc Cárdenas cuando el hijo del general era el caudillo de la izquierda mexicana y desechándolo cuando había que sangrar a Andrés Manuel López Obrador.

Usó al Partido Verde. Repudiada por el priismo y más aún por las huestes de Gloria Corrales de Osorio, que en público y en privado le expresaba su rechazo, fue candidata a diputada local de la mano del ex gobernador Javier Duarte. Entró por la puerta trasera, a propuesta del PVEM, mancomunada con el PRI, a riesgo de provocar una derrota hasta que Marcelo Montiel negoció su respaldo y el de sus bases para garantizar que la llegada de Joaquín Caballero Rosiñol no se diera entre escándalos mediáticos y andadas de Diario del Istmo, el consorcio del Clan de la Succión.

Hoy es Morena. A contrapelo del morenismo que la ve priista, que la observó ajena al pueblo en los tiempos en que desde las páginas de Diario del Istmo y el resto del consorcio —Imagen de Veracruz, Imagen del Golfo, DI Noticias, Llave— se entendía con gobernadores, alcaldes, legisladores del PRI, tras los contratos de publicidad y los negocios, Mónica Robles arrebata una candidatura para regresar al Congreso estatal.

Siendo diputada por Coatzacoalcos —priista y verde—, fue una mansa legisladora del duartismo, aprobando cuentas públicas, renegociación de créditos bancarios, leyes abusivas, la deplorable complicidad que permitió a Javier Duarte, su amigo, perpetrar el peor atraco a las finanzas de Veracruz.

Discrepó en lo inocuo, en lo estéril, en lo irrelevante. Avaló la carga letal al erario, los miles de millones que el Congreso de Veracruz dejó pasar, la quiebra financiera de la que nunca se saldrá.

Advenediza en Coatzacoalcos, sin raíces, sin amor por la tierra que nunca llegó a representar, Mónica Robles de Hillman vio correr la violencia en 3D, el poder de los cárteles, la sangre derramada por los inocentes, la connivencia del jet-set con los capos, la mancuerna del que ostenta fortuna y el que la llega a robar.

Vio esa película en las páginas de Diario del Istmo, reseñando en sus páginas el arranque del Golden Bull, el gimnasio del Comandante H con los Chagra, los Rodríguez, los Ortiz, los Negros que sí se rajan, los Sosa, los Arriola, sin advertir ni husmear, ni presentir que un crimen, el del Berna Cruz Mota, y la venganza que arrojó cuatro niños brutalmente asesinados junto con sus padres, desataría la cacería del jefe zeta, su captura, su vinculación a proceso, su juicio, las ejecuciones de miembros de su banda, el encarcelamiento de otros sicarios y secuestradores.

Y todo comenzó cuando por la exposición pública, por el regodeo en las páginas de sociales y deportivas, por la creencia del narco que como ya tiene en la bolsa a los jefes políticos, a los hombres de dinero, a los medios de comunicación, ya es el dueño del poder total.

Y en esos días de dolor y miedo, de violencia brutal, Mónica Robles calló.

Si nada siente por Coatzacoalcos, si sólo usa al PRI, al PRD, al Verde, al duartismo, antes a Fidel Herrera Beltrán, qué podría pregonar.

Hoy es obradorista; mañana, si fracasa el Peje en su intento de ser presidente, será anayista o meadista, priista o panista, según arroje la elección del 1 de julio.

No pudo ser candidata suplente a la Senaduría por Veracruz porque ni El Peje la quiso ahí. Haría formula con Rocío Nahle García, la coordinadora de Morena en la Cámara de Diputados y, en los hechos, su súbdita en el Clan de la Succión, pero el riesgo de perder aumentó.

Expuesta aquí, en INFORME ROJO, exhibida su intención de llegar con Rocío Nahle al Senado y relevarla cuando ésta solicitara licencia para integrarse al gabinete del Dios Peje, de ganar la elección presidencial, provocó una reacción de repudio al interior de Morena… y fuera de Morena también.

Medido el rechazo, evaluado el impacto que tendría en la cuota de votos para Morena, el voto de castigo, el voto diferenciado, los capos del pejepartido desecharon la propuesta.

Mónica Robles no suma; resta y divide.

No apareció en la lista de candidatos de Morena a diputaciones federales de mayoría ni en su lista plurinominal. Tampoco en la del Senado ni en la de candidatos uninominales al Congreso de Veracruz.

Se le reservó la posición 6 en la lista de pluris para la Legislatura estatal, a media tabla. Sólo si Morena obtiene una votación superior a los 600 mil votos, la matriarca del Clan de la Succión podría ser diputada.

Pero Mónica Robles es corrosiva. Y quita votos.

En su feudo, Diario del Istmo, es detestada. Sus empleados han sentido su mano férrea. Unos se han ido a cambio de migajas, columnistas y reporteros negociando 20 años de servicio a cambio de un plato de lentejas. Otros, los que acudieron a las leyes y llevaron al Clan de la Succión a los tribunales, lograron mejor liquidación.

Sabrá uno qué es peor: si la sumisión de Mónica Robles y el Clan de la Succión al priismo, al duartismo, a la fidelidad, o la voracidad infinita, el apetito voraz por tener, más que por ser.

Su bandera, desde 1983, cuando Robles Martínez y su primera familia legaron a Coatzacoalcos, ha sido la izquierda. Si, una izquierda simulada. Es una izquierda de palabra, de dientes hacia afuera, pregonando igualdad, justicia, oportunidad para todos y harta libertad de expresión.

Han servido las letras, el papel y la tinta para obtener prebendas, publicidad y negocios. Le han servido al Clan de la Succión para amasar fortuna con cargo al erario, apretando al hombre de poder que se resiste a ceder.

Una cosa es la libertad de expresión —contaba el ex vocero chirinista Miguel López Azuara— y otra la libertad de extorsión. 

Su otra cara, la cara real, es la complicidad con los grupos de poder, priistas o panistas, la vieja guardia del PRI, el alemanismo trasnochado, los cachorros de la corrupción, o el proyecto azul de foxismo y el calderonismo con los que se les vio coquetear. Lo suyo, diríase mil veces, es succionar.

Concita Mónica Robles el repudio de todos, priistas y no priistas de abajo, el panismo de hoy, un sector del PRD y un buen sector de la sociedad.

A la sola mención que Mónica Robles estaría en la boleta electoral, fuera con Rocío Nahle o como candidata a diputada federal o local, el repudio de las huestes de Morena se dejó sentir. Y algunos comenzaron a negar el vínculo de los Robles con el pejepartido.

Decíase en las redes sociales, entre morenistas de corazón, entre ilusos que siguen negando la realidad, que los Robles no tendría cabida en Morena ni Morena se dejaría manejar.

Hoy tienen que callar. 

Por el drenaje electoral, la vía plurinominal, con la venia de AMLO, Mónica Robles se les coló.

Sus votos servirán para treparla al poder, tener cómo nutrir al Clan de la Succión, a sus medios, a sus enclaves en alcaldías y gobiernos con el empuje de los pobres y los ingenuos, los que nunca llegarán a tener.

Por el drenaje político va Mónica Robles de Hillman por el hueso que en sus días de poder Javier Duarte le obsequió.

Ya comenzó a succionar a Morena.

Y Morena burló al morenismo.

Archivo muerto

Algo críptico, Gersaín Hidalgo Cruz avizora un voto, el suyo y el de su gremio, los empleados municipales contra Morena. Le llama “voto de castigo”. Y tiene un por qué. Morena y su alcalde en Coatzacoalcos intentó el colapso sindical a partir de una reingeniería administrativa que, en sí, fue un vulgar recorte salarial y un reajuste de personal, hurgando en la nómina para hallar “aviadores” y haciéndose de la vista gorda con los empleados pagados por el ayuntamiento pero asignados al Centro Ambiental Quetzalli, del capricho-obsesión de Mónica Robles de Hillman, una matriarcas del Clan de la Succión, los dueños de la diputada federal Rocío Nahle y, por añadidura, del alcalde Víctor Manuel Carranza. Frenado, replegado, Carranza falló. Y ahora Gersaín Hidalgo, el líder del Sindicato Único de Empleados Municipales, advierte que habrá voto de castigo. Y ese voto, si el gremio sindical sigue la línea, será de 2 mil 500 empleados, más sus familias, más sus vecinos, más los trabajadores de confianza a los que el alcalde de Morena también pasó a arder. De paso, Gersaín Hidalgo asesta otro dardo: su voto para diputación federal es turquesa, color de su partido Nueva Alianza, cuyo candidato es Sebastián Reyes Arellano, quien fuera el primer diputado local en dejar a la fracción parlamentaria de Morena en el Congreso de Veracruz. Hasta ahí todo normal. Lo impensable ocurre cuando Gersaín Hidalgo sentencia que su otro voto será para el proyecto yunista. “Y mi gobernador color azul rey como el cielo”. Y así la dejó… Fina su prosa, profundo su pensamiento, la obra de Sergio Pitol perdurará por siempre. Se fue el maestro, veracruzano adoptivo, oriundo de Puebla, cuando apenas alcanzaba los 85 años de edad. Hombres con su talento debieran ser inmortales. Privilegiado de las letras, supo amalgamar las ideas y la palabra. Premio Cervantes, Premio Xavier Villaurrutia, Premio Juan Rulfo, Premio Alfonso Reyes fueron algunas de las distinciones que dan la talla del portento de escritor que fue Sergio Pitol. Vivió 15 años en Xalapa, su salud deteriorada, inmersa su vida en un conflicto entre su familia y la Universidad Veracruzana por la tutela de su obra y el disfrute de las regalías por los libros vendidos. Se fue el 12 de abril, aquejado por una afasia, incapacidad para hablar o para comprender el lenguaje oral. Una pérdida irreparable para la literatura universal… Con el voto traidor, el de Felipe Rodríguez Gallegos, y el de calidad, el del alcalde Víctor Carranza, se anuló la elección de agente municipal en Villa Allende. Transgredió así el ayuntamiento de Coatzacoalcos la Ley Orgánica del Municipio Libre e incurrió el presidente municipal y la mitad del cabildo en abuso de autoridad. Carranza inclinó la balanza por no reconocer la ventaja del panista Noriel Prot Álvarez por los hechos de violencia, suscitados tras la persecución del diputado local suplente, Rodolfo Corpi, a manos del agitador Javier Prot Cabrera, primo del ex regidor Noriel Prot, imputándole que tenía en poder boletas electorales que nunca aparecieron. Sin atribuciones, violando la ley, Carranza anuló el resultado de la elección. Según el artículo 184 de la Ley Orgánica del Municipio Libre, esa facultad es exclusiva del Tribunal Electoral de Veracruz. Y seguro que la habrá de invalidar, pero por lo pronto el alcalde de Morena ya se metió en otro berenjenal con olor a destitución. Y Felipe Rodríguez —como si fuera chairo ex priista— le ayudó… A unos los despojan, a otros los engañan y otros más les ponen el dedo. Así son los Quintanilla, importadores de sicarios centroamericanos, avecindados en Tabasco, traídos para ejecutar a sus rivales en la disputa de tierras. Su víctima potencial es Gabino García Cárdenas, sobrino del diputado local Amado Cruz Malpica, coordinador de Morena en el Congreso de Veracruz. Gabino García los ha destrozado en las instancias legales, acreditando la certeza legal de los bienes que posee o que representa. Y como desfogue, cuando ya no hay que pelear, el paso a seguir es traer a los matones y masacrar a su víctima. Merodean en su hogar. En dos autos traban vigilancia de 24 horas. Husmean, preguntan, intimidan a testigos clave. Y la amenaza de muerte latente. Dos testigos van y llevan la versión, el mensaje, el amago. Ahora los ladrones de cuello blanco también importan sicarios indocumentados para arrebatar lo que en los tribunales y en la Fiscalía, pese a las Auroras que destruyen y desaparecen expedientes, no pueden ganar. Un caso para el fiscal Jorge Winckler…

 

Publicada en mussiocardenas.com
16 de abril de 2018

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