Antes del 2000, el PRI era conocido como la aplanadora; en las elecciones se llevaba el ‘carro completo’, es decir, una candidatura era mero trámite para acceder a la cúpula del poder de cualquier nivel. Sin embargo, hoy no hay ‘carro completo’, la aplanadora luce descompuesta y oxidada, el PRI ha perdido su título de “invencible”. Uno de los puntos a favor del tricolor era su voto corporativo; los petroleros, la clase obrera, campesina y por supuesto los maestros, que sólo era moneda de cambio para que el líder pudiera obtener su curul.
En el estado de Veracruz así lo hacía Juan Nicolás Callejas Arroyo con los maestros; Víctor Flores con los ferrocarrileros, y el eterno líder sindical de Tamsa, Pascual Lagunes Ochoa con los obreros. Esta tercia de líderes llegó a ocupar puestos de alto nivel gracias a que sus agremiados representaban votos para el tricolor.
Hoy, al cachorro de Callejas Arroyo le tocó la libación, llega a la fiesta cuando ya rompieron la piñata. Sus actos de campaña para llegar al senado de la Republica parece pachangas de barrio, sólo asisten sus cuates y subalternos. Su campaña no impacta, los maestros emigraron a otros partidos. Los medios prefieren dar cobertura a la campaña de Rocio Nahle y Ricardo Ahued. Es más, luce con más fuerza la fórmula de Julen Remetería del Puerto y Yazmín Copete Zapot. Ni hablar, el primero de julio podría ser la noche de las caras largas en el PRI veracruzano.
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