Promesas y bondades electoreras

Partidos políticos FOTO: AGENCIA ENFOQUE
- en Opinión

Sabino Cruz V. / Con el inicio de las campañas a diferentes puestos de elección popular, se disparan las promesas de unos, los aspirantes, y las esperanzas de otros, los miles de ilusos. Como en romería, ambos, ilusionistas e ilusos, se congregarán para dar legalidad a un proceso oneroso, improductivo, altamente contaminante para el ecosistema natural – neuroemocional – psicoafectivo, que hace aflorar la bajeza del ser humano, la mezquindad de la especia, con toda la parte más ruin y vulgar que caracteriza al hombre y la mujer que hace de la necesidad del otro su medio de subsistencia, del hambre y la pobreza del otro el peldaño para sobresalir y de la ignorancia el camino para erigirse como representante.

Nuevamente, y hasta el cansancio se oirá que ahora sí, y para siempre, se combatirá la inseguridad, la pobreza alimentaria, el analfabetismo, el crimen organizado, las enfermedades endémicas, se otorgará un seguro de gastos médicos universal, becas a los que no estudian ni trabajan, etcétera. Una vez más, candidatos y candidatas, se erigirán como el mesías que traerá paz, abundancia, prosperidad y felicidad al pueblo prometido, al desvalido, al siempre olvidado, al marginado, al ser cuyo único pecado es haber nacido pobre.

Pero entre los temas que no abordaran los pro hombre y pro mujeres, hay uno que seguramente todos le darán la vuelta o dirán que en otro momento lo atenderán, y es el derecho de la mujer a decir sobre su cuerpo y su sexualidad, entendido esto como el derecho a decidir a no tener un hijo que fue producto de una violación. Tema que nuevamente salta al estrado ahora que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (http://www.eluniversal.com.mx 05/04/2018) ordena a las Instituciones de Salud Pública practicar el aborto a las mujeres que hayan víctimas de un ultraje, ya que negar ese servicio constituye una transgresión a sus derecho reproductivos.

Determinación controversial en la que han metido la mano deferentes instituciones y agrupaciones religiosas, todas ellas privilegiando los principios que les dan origen y fundamento. Unas matizando la decisión, otras en abierta oposición por considerar que los seres se “reconectan” al ser fecundado el óvulo, y el principio de “no dañar a seres sintientes”; sin que entre ambas se tome en cuenta el sentir de la mujer que vivirá el resto de su existencia con el trauma, y la calidad de vida que tendrá el producto del acto en controversia.

También se oirá de manera recurrente el compromiso de abrogar la Reforma del artículo 3° Constitucional y las leyes secundarías que de ella emanaron: Ley del Servicio Profesional Docente y del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación; sobre la base que la calidad de la educación es una falacia, que es una reforma laboral, que la “idoneidad” no es sinónimo de calidad y que la evaluación de la práctica docente atenta contra la integridad psicológica del educando. Arengas para oídos que quieren que nuevamente la educación esté en manos de los sindicatos, que la asignación de plazas, incremento de horas, promoción y reconocimiento sea por servilismo y no por propios méritos.

Hueste de Azules, tricolores, amarillos, naranjas, morados, encabezados por sus líderes seccionales, territoriales y promotores del voto, reproducirán sin la más mínima reflexión los compromisos de los candidatos que representan, repetirán al unísono que está vez sí llegará el progreso a todos los hogares, que el alimento no volverá a faltar y que habrá trabajo bien remunerado. Todos cual marabuntas comerán las miserias que los estrategas de campaña irán tirando por el camino, se harán de los medios y recursos necesario para vencer/convencer al otro, los otros y a sí mismo, y festejaran como propio el triunfo del otro.

En México, desde que se institucionalizaron los cargos de elección popular, las campañas políticas dejan ver la miseria en esos que tienen en la política el medio para la haraganería, la impunidad, la tranza, la corrupción, la deshonra. Brincar de una senaduría a una diputación, o una gubernatura; de una presidencia municipal a una secretaria de estatal, o de una regiduría a una diputación federal/local son prácticas tan comunes que ya se hizo costumbre. ¿Y si fueran puestos honorarios? ¿Tendría el mismo sentido para ellos y ellas?

Comentario Breve

Más de un mes, y contando, que permanece cerrada la Pinacoteca Diego Rivera, desde la última exposición de obras del cordobés José García Ocejo. Se dice en pasillo que por falta de presupuesto, y que incluso hay un expositor que cubrirá todos los gastos para que se realice la exposición que desde hace meses había agendado. Una vez más el muchacho que está al frente del IVEC, y qué viene precedido de grados académicos de relumbrón, sigue sin dar una.

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