Después de la encerrona que mantuvo Andrés Manuel López Obrador con Azucena Uresti, Carlos Marín, Héctor Aguilar Camín, Juan Pablo Becerra-Acosta, Carlos Puig y Jesús Silva-Herzog, donde el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia dio muestra de civilidad política, al mantenerse sereno y ecuánime ante los ataques de un irascible y descontrolado Carlos Marín, está muy difícil que el tabasqueño sea detenido en su carrera presidencial.
Por otro lado, los ataques contra Ricardo Anaya cumplieron su propósito, estos ataques dejaron a un candidato desgastado y con muy poca confianza y credibilidad ante el electorado. Además, el segundo lugar, el preciado espacio que permitiría entrar de lleno en la competencia, aún no está definido.
Tanto Meade Kuribreña como Ricardo Anaya han dado muestra de desesperación, y lo peor es que aún no comienzan las campañas. No han encontrado la fórmula para impactar al electorado mientras el tabasqueño se fortalece ante los empresarios, políticos disidentes, medios de comunicación y, sobre todo, ante los indecisos. Si el grupo Milenio pensó que exhibirían a un AMLO irascible e iracundo, se equivocaron, sólo contribuyeron a presentar a un político preparado, a un verdadero estadista, que sabe que la tercera puede ser la vencida.
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