Jorge Flores Martínez / Restan 14 semanas para la elección del 1 de julio, estoy convencido que serán semanas muy intensas y convulsionadas, ya que lo que se juega en México y en Veracruz es mucho y determinante.
En Veracruz me gustaría que los candidatos pasen de la confrontación sin sentido, a la construcción de propuestas inteligentes. Tenemos problemas muy serios, los veracruzanos sabemos que la responsabilidad de nuestra realidad es de dos administraciones terribles que decidieron mandarnos al carajo y saquear impunemente lo que pudieron, por desgracia fue casi todo.
La actual administración tiene poco más de un año y, aunque no se quiera ver o aceptar, los resultados que presenta en materia de infraestructura ya superó al sexenio de Javier Duarte; por ejemplo: la carretera Xalapa–Coatepec es una muy buena acción; el libramiento de ciudad Cardel, una obra en su momento mal hecha, mal entregada y sin terminar, ahora ya es perfectamente funcional; la torre pediátrica, ahora conocido como Hospital infantil de Veracruz, se terminó y es parte de la infraestructura de salud del estado.
Puedo continuar con más ejemplos, pero mi objetivo no es abonar a la administración de Yunes Linares, estoy seguro de que él tendrá los medios y los recursos para publicitar los logros de su gobierno, el punto que quiero establecer es que los candidatos de oposición tienen que atacar las debilidades, que son muchas y muy graves, poner sobre la mesa propuestas para fomentar el empleo y la inversión en el estado y reactivar la economía urgentemente.
Si van a hablar de seguridad, las propuestas deben basarse en el combate frontal a la delincuencia, mejores y más policías, así como una impartición de justicia más efectiva. Es importante que trabajen en algo más que en diagnósticos, los veracruzanos los sabemos y los vivimos todos los días. Los niveles de violencia e inseguridad son inaceptables, las propuestas deben ser estrategias claras, efectivas y de resultados casi inmediatos.
No pueden dejar el tema de la corrupción a un lado, es incómodo y puede ser que resulte muy complicado de mantener como postura electoral, cuando algunos de quienes los acompañan como candidatos a diputados o senadores son pájaros de cuenta que los veracruzanos tenemos bien identificados. Es importante que en todo acto de campaña afirmen su honestidad y trayectoria como políticos eficientes, además de reafirmar su compromiso de combate a la corrupción, sin tregua y sin complicidades partidistas. No es difícil, solo es desmarcarse de los corruptos, los tiempos están cambiando y es posible que, los cuadros políticos ahora sean más ciudadanos que de partido.
Estoy seguro que la corrupción no tiene partido político, pueden tratarse de políticos que hace unos años eran orgullosos priistas, después verdes a toda prueba, ahora morenistas o panistas. Pueden cambiar de partido, lo único que siempre conservan, es su impunidad, sus nombres y apellidos.
Los candidatos a gobernador deben tener claro que nuestro país vive uno de los momentos más importantes de su historia, se trata de la confrontación de dos visiones completamente opuestas de gobierno: una, que representa la continuidad y el siempre anhelado y prometido crecimiento económico; la otra, el regreso al pasado, a un pasado idealizado como mejor y maravilloso, que pocos cuestionan, ya que nuestro presente lleno de problemas y pobreza es resultado de ese pasado lleno de excesos y prácticas políticas y económicas irresponsables, que hicieron que perdiéramos una década de crecimiento en los ochentas, por culpa de dos administraciones demagogas y populistas como fueron las de Echeverría y López Portillo.
Es importante apuntar que la visión de la continuidad tiene el reto enfrentarse a sí misma en su corrupción e impunidad, nunca como ahora se tienen a gobernadores en la cárcel por ladrones; pero también, nunca como ahora hay tantos corruptos libres e impunes. Son muchos los casos de corrupción, es momento de los candidatos de convencernos que hay logros, la Auditoría Superior de la Federación, la libertad de exponer la corrupción en los medios, el Instituto Nacional de Transparencia, entre otros, son resultados reales y claros de que hay un camino recorrido que vale la pena continuar.
Como decía, son dos visiones confrontadas, el único punto donde se tocan es la corrupción, unos se llaman limpios y honestos, los otros están incómodos para presentarse por los antecedentes de sus partidos, pero tendrán que convencer a los votantes que la honestidad es un valor personal, que la única forma de combatir a la corrupción es con instituciones fuertes y sólidas como las que se deberán de comprometer a seguir construyendo.
A los tres les deseo buena suerte, la van a necesitar.