Emilio Cárdenas Escobosa / Los resultados y el desarrollo de las elecciones extraordinarias realizadas el pasado domingo 18 de marzo en los municipios de Emiliano Zapara, Camarón de Tejeda y Sayula de Alemán permiten varias lecturas. Si bien se trató de comicios en tres municipios pequeños donde las autoridades jurisdiccionales determinaron anular los comicios ante diversas irregularidades acreditadas en la jornada celebrada en de junio del 2017, la lucha entre las principales fuerzas políticas se tornó cerrada porque además de los evidentes intereses locales, los eventuales triunfos y derrotas representan un termómetro del ánimo ciudadano y el poner a prueba los equipos de los bandos en pugna a poco más de cien días de las elecciones donde se renovará la gubernatura de Veracruz y el Congreso local.
Al término de las votaciones y según el Programa de Resultados Electorales Preliminares del Organismo Público Local Electoral (OPLE), Morena se alzó con la victoria en Emiliano Zapata y la coalición PAN-PRD ganó en Camarón y en Sayula, en una jornada donde volvieron a aparecer la compra de votos, el reparto masivo de despensas, el uso de programas sociales y la intimidación de votantes por parte de elementos de la policía estatal, las prácticas de siempre que parecen ser consustanciales en toda competencia electoral en nuestro país.
En las sesiones permanentes de vigilancia del OPLE y de la Junta Local del INE la constante fueron los señalamientos de que se llevaba a cabo una elección de Estado, ejemplificada en la detención de un grupo de jóvenes priistas del municipio de Emiliano Zapata por “escandalizar en la vía pública” cuando su delito fue solicitar el apoyo de los cuerpos de seguridad pública al detectar una vivienda donde se repartían despensas.
El dirigente estatal del PRI, Américo Zúñiga, lo resumió bien: “repudiamos lo que hemos venido denunciando con oportunidad, la insultante intromisión del gobierno estatal en este proceso electoral con compra de votos, reparto de despensas y el uso de la fuerza pública para amedrentar y perseguir a nuestros militantes”.
Si de ensayo de lo que viene para el domingo 1 de julio se trató, los resultados muestran cosas interesantes, particularmente en el caso de Emiliano Zapata, municipio conurbado con Xalapa, y que tiene una importancia económica fuera de duda, lo que llevó al gobierno estatal a concentrar especialmente su atención.
Si nos atenemos a la amplia diferencia de votos con que el candidato de Morena, Jorge Mier, se llevó el triunfo, ello evidencia que la política electoral “despensera”, que es la apuesta de la administración de Miguel Ángel Yunes Linares para ganar comicios, no surte los efectos deseados; está visto que la gente recibe lo que se les entrega pero ello no se traduce automáticamente en votos.
Por otro lado, esta victoria confirma el crecimiento de las preferencias hacia el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador, que se siguen extendiendo a lo largo y ancho de la geografía veracruzana.
Para el priismo, el hecho de haberse quedado sin triunfo alguno y la baja votación obtenida representa una seria llamada de atención y un ominoso panorama de lo que puede ocurrir en los comicios de julio donde de no variar las tendencias estarán peleando a duras penas por el segundo lugar entre los contendientes. Lástima porque Pepe Yunes es sin duda un buen candidato pero el lastre del sexenio de Duarte pesa demasiado y más cuando vemos en su equipo de trabajo y en las listas de candidatos al Congreso federal y entre los prospectos a las curules locales a personajes impresentables, claramente ligados al nefasto ex gobernador.
La alianza PAN-PRD-MC y su abanderado a la gubernatura deberán batallar muy fuerte si quiere aspirar al triunfo, porque está visto que no se puede apostar todo a un discurso de promesas sin anclaje en la realidad y a la amnesia ciudadana respecto a la gravísima crisis de inseguridad que vivimos, a las ofertas incumplidas del gobernador Yunes, y, sobre todo, al reparto indiscriminado de despensas.
Si la búsqueda del voto la circunscriben al reparto de dádivas, a la compra de votos y al uso de los cuerpos policiacos para hostigar al adversario, estaremos en una elección contaminada por las peores prácticas que, sin duda, niegan el discurso del cambio.
Ya está visto que en la lucha electoral en curso, cuando la sociedad dice hasta aquí, la despensa no alcanza.