Qué bien que se investigue a Lorenzo Portilla, tapadera de todos los desfalcos de Javier Duarte. Lorenzo Portilla no tocó ni con el pétalo de una auditoría a las dependencias del sexenio anterior que contrataron empresas fantasmas. Fue el reportaje de un portal informativo, es decir el trabajo periodístico de Animal político, lo que reveló en buen parte la manera como se hizo ese desfalco. Pero el Órgano de Fiscalización de Veracruz, que tenía acceso a todos los documentos, o que podía exigir esos documentos, se quedó callado, vio la manera como cometían el crimen y desvió la mirada para otro lado.
Circulan supuestos recibos de los 20 millones que recibiría Lorenzo Portilla para quedarse callado. Portilla dice que los recibos son falsos. De buena fe podemos creerle, pero entonces, también de buena fe le podríamos preguntar: ¿cuál fue la razón por la que viendo todo ese desfalco se quedó callado? ¿Si no fue dinero lo que le dieron, que lo obligó a quedarse callado?
Eso lo tiene que responder Portilla y no pretender hacerse pasar como un baluarte de honestidad. Nos queda claro que un funcionario público que ve un crimen, y está encargado de denunciarlo, si no lo denuncia, es partícipe del crimen.
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