Resultan desalentadores los resultados del análisis de la política pública de infraestructura y equipamiento en educación básica de 2008 a 2016, que hace la Auditoria Superior de la Federación (ASF). Estos informes revelan que no se contó con un censo completo de cuantificación integral y precisa sobre el estado físico y funcional de las escuelas. De antemano se puede ver que no se puede curar una enfermedad si no se cuenta con un diagnóstico preciso. La Secretaría de Educación Pública (SEP), se vio limitada al no contar con la información completa.
Este informe revela que aún existe una débil rectoría y control de las escuelas por parte de la SEP; no hay suficientes recursos económicos y no se cuenta con un protocolo de certificación adecuado que permita detectar el problema de la insuficiencia y el deterioro de la infraestructura y el equipamiento.
Por esas razones, no se puede decir que la Reforma Educativa esté cumpliendo su propósito al 100 por ciento. Lo peor de todo es que en estos momentos no se puede garantizar que las escuelas cuenten con las condiciones idóneas para favorecer el proceso de enseñanza y contribuir a mejorar el aprendizaje de los alumnos.
No hace falta ir muy lejos, en Veracruz, después de las rapacerías a la que se vio sometida la SEV durante 12 años, usted puede encontrar en las principales ciudades escuelas sin baño y con pizarrones verdes de los años del ayer. Pero qué tal, siguen diciendo que la Reforma Educativa es todo un éxito. Ahí están las pruebas.
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