Se acuerda usted de Kiko, el chiquillo cachetón vestido de marinerito interpretado magistralmente por Carlo Villagrán, para deleite de todos. Pues cuando Don Ramón (Ramón Valdés) le sorrajaba un golpe por descuido o negligencia, éste inmediatamente gritaba pidiendo ayuda a su mamá, Doña Florinda (Florinda Mesa). Rápidamente la mamá de Kiko le acomodaba una sonora cachetada a Don Ramón y le recomendaba a su “tesoro”, «vámonos Kiko, no te juntes con esta chusma».
Pues algo muy parecido le pasó al chico maravilla de la coalición Por México al Frente, tan pronto sintió el golpe propinado por el PRI al relacionarlo con el empresario Barreiro, acusado de triangulación de recursos por medio de empresas fantasma, y al ver que ningún gobernador cerró filas con él, gritó desesperadamente pidiéndole ayuda a Diego Fernández de Cevallos, el mismo que años atrás dijo estar secuestrado.
El exsenador panista, presto y pronto, asumió el rol de Doña Florinda y salió a defender a su tesoro. De entrada calificó de «canallesca y perversa» la actuación de la Procuraduría General de la República (PGR) al considerar que «no se vale lo que están haciendo contra Ricardo Anaya Cortés; sobre quien especulan participación en un caso lavado de dinero».
Lo cierto es que, como dice el dicho: «Palo dado, ni Dios lo quita», y el mismo Fernández de Cevallos, conocedor de las marrullerías y chanchullos de la política, sabe que el golpe fue seco, duro y a la nuca. Así que no nos extrañaría que le dijera al chico maravilla: «Vámonos Ricky, no te juntes con esta chusma».
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