Los policías actuaban al margen de la ley y bajo su propio albedrio, bajo ese mísero capricho. Anduvieron por las calles de Xalapa, como lobos tras las ovejas, y según su criterio, si veían a un joven con tipo de “halcón”, entonces sin mediar orden de arresto ni nada, lo detenían, lo subían a una patrulla, revisaban su celular y si les parecía que podía tener nexos con los Zetas, los entregaban a los “Fieles”, una fuerza de élite que se encargaba de desaparecerlos.
Así vivieron en peligro durante esos años nuestros hermanos, sobrinos, hijos, hijas, a merced de estos lobos sanguinarios que tenían por parte de Arturo Bermúdez y de Nabor Nava, licencia para violar, licencia para torturar, licencia para mata