Brenda Caballero / Mi amiga y su hija llegaban a su casa en un taxi cuando inmediatamente arrancaba otro que estaba estacionado frente a la puerta de su vecino. Les sorprendió que uno de los varones saliera tan rápido que hasta la puerta abierta había dejado. Al acercarse para ver quién estaba en la casa y decirle que cerraran la puerta, notó que habían violado la chapa. Nadie contestó a su llamado. De inmediato llamó por celular a sus vecinos y les contó lo sucedido. ¡Demasiado tarde! Habían sido víctimas de un robo. El taxista había sido cómplice, pues ayudó a los ladrones a transportar entre otras cosas, una pantalla y algunos electrodomésticos pequeños. “Todo fue tan rápido que no tengo la certeza del número económico ‑me dice‑ pero empezaba con ocho mil y tantos”…
Esta es una de las tantas historias en donde se tiene la certeza que unidades de transporte público que sirven como taxis de ruleteo, participan en robos a casa-habitación, pero no solamente en estos actos, recordemos aquella famosa foto en donde un taxi llevaba un colchón encima, debido a que se involucró en los saqueos a supermercados y tiendas de servicio.
También se llegó a conocer que algunos taxistas participaban como halcones del crimen organizado o simplemente para avisar si se acercaba una patrulla o alguna persona mientras cometían algún atraco.
¿Qué seguridad teníamos al abordar un taxi? ¿Y si el chofer es un delincuente? Son algunas de las muchas preguntas que surgían cada vez que nos subíamos a un taxi. Incluso yo llegué a mandar el número económico por whatsapp para que mis familiares supieran al menos el taxi que abordaba. Por eso celebro la iniciativa del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares de hacer un Programa de Reordenamiento y Regularización del Transporte Público en el que los choferes tengan que hacerse hasta el antidoping.
Cuando empezó esta iniciativa, en marzo del año pasado, mucho se dijo que era una medida recaudatoria; sin embargo, la inseguridad en la que vivimos actualmente ameritaría ¡hasta una aplicación de celular!
La primera etapa del reordenamiento consistió en la revisión de los documentos de concesión; también se dio de alta al o los choferes que conducían la unidad, para finalizar con la Cédula de Empadronamiento que trae los datos del auto y la foto incluida.
Llama la atención la declaración del gobernador de “Ni una concesión más de taxi” al asegurar que durante su mandato no entregará ninguna; al contrario, si el concesionario no acredita el poder prestar el servicio no podrá hacerlo.
Sin duda estos datos son en relación a que durante los sexenios de Fidel Herrera y Javier Duarte las concesiones se incrementaron casi en un 400 por ciento, mientras que la población solamente creció en un 20 por ciento. El dato más escandaloso es que el último día de gobierno del sexenio anterior se expidieron 2 mil 527 concesiones. ¿A quiénes se las dieron? ¿A cuánto las vendieron? ¿Quiénes se enriquecieron con esta forma de corrupción?
Es verdad que el exceso de concesiones ha provocado una competencia desleal ya que muchos taxistas han quebrado; sin embargo, es importante que dentro de este reordenamiento se dé importancia también a las condiciones de las unidades, pues muchas de ellas son chatarras pintadas que tienen más de diez años circulando y que simplemente con una mordida pasan la revisión vehicular.
Las cifras del Reordenamiento son alentadoras, pues por primera vez se informa del número de concesiones de transporte público, pero lo más importante: ojalá y mejore la inseguridad y se abata la corrupción.
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