Fue un tiempo que se prolongó demasiado, pasó un sexenio y llegó otro, paso un criminal y llegó un loco, un gobernador irresponsable que le dio autoridad a una élite de policías que se convirtió en un azote. Entonces nuestros hijos y hermanos empezaron a desaparecer. Pero ya no eran los grupos criminales los que se ocupaban de levantarlos, ahora la misma policía se ocupaba de eso. Y si ellos los levantaban, ¿a quién íbamos a acudir? ¿Cómo denunciar a la policía ante la misma policía? ¿Cómo decir ante una institución que sus elementos se habían convertido en criminales?
Primero salieron a la luz las fosas, poco a poco. Primero decenas de fosas, luego centenas, ahora sabemos que en Veracruz hay más fosas llenas de cadáveres que municipios. Ahí fueron a parar miles de levantados, ahí fueron a parar nuestros hijos, nuestros hermanos. Ahí estaban las fosas, sólo faltaba encontrar a quienes las cavaron.