El alcalde Hipólito Rodríguez ya se dio cuenta de ello, pero con los recomendados de su síndica Ivonne Cisneros, no puede meter las manos. Quienes vinieron a levantar el barco tienen doble trabajo pues duermen con el enemigo en casa. Mientras tanto los trabajadores y sus familias siguen siendo los más afectados. Los pagos de días laborados, en una clara afrenta a los derechos laborales, siguen desapareciendo sin explicación alguna y están siendo sudados en algún lugar.
La transparencia de la que tanto se jactan los verdaderos promotores de un cambio palpable, está siendo destruida por unas cuantas manos, si no es que por un sólo personaje que perdió el piso y justifica sus hechos diciendo que son «órdenes superiores». Poco tiempo le queda al verdugo, que empezó a cavar su tumba sin que nadie lo ayudara.