Decía Ryszard Kapuscinski, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003, que «las malas personas no pueden ser buenos periodistas de reportajes: no pueden comprender a los demás ni ser apreciados por ellos». El buen periodismo está en peligro de extinción, sobre todo con el auge de las redes sociales que como dijera Umberto Eco, «generan una legión de imbéciles», pues las redes sociales, decía el autor de El nombre de la rosa, «le dan derecho de hablar a una legión de idiotas».
Si bien se requiere de mucha empatía para hacer periodismo y con ello acercarnos a las necesidades de los ciudadanos, no se puede ser complaciente con los ciudadanos; no se puede escribir lo que sea tan sólo para quedar bien con los lectores o con esa “legión de imbéciles” que describe Eco.
Es por ello que el periodismo requiere de buenas personas, de personas honestas que expresen su verdad, aunque esta verdad no sea del agrado de todos sus lectores. Un buen periodista defiende su verdad con hechos, defiende su opinión con argumentos y evita confrontaciones con los necios, que siempre habrá, pues los necios conjuran en contra de cualquier verdad que no sea la suya.
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