En alguna ocasión el periodista Armando Ortiz en su programa de radio Imagen y Palabra hizo una pregunta cuya respuesta a la postre le costaría su salida de la recién inaugurada estación ABC Xalapa Radio. El director de este portal preguntó: «¿Cómo será recordado Miguel Alemán Velasco en el estado de Veracruz?» Se dieron varias respuestas, pero nadie atinó a lo que le periodista tuvo que dar la respuesta: «Miguel Alemán Velasco será recordado en Veracruz como recordado es su padre en el país, como un vil ladrón».
Tal vez el peso de ese recuerdo sea enorme, ya que la suerte de las estatuas de Miguel Alemán Valdés no lo soportan. La primera fue una estatua monumental, erigida en Ciudad Universitaria el 18 de noviembre de 1952; para muchos esa estatua era el delirio de un megalómano que se sintió estadista y que quiso dejar ese monigote como legado. La estatua en los años siguientes fue repudiada, pintarrajeada, dinamitada y finalmente retirada, porque para muchos representaba el símbolo megalómano de un gobierno que institucionalizó la corrupción.
La segunda estatua de Alemán Valdés, colocada en la conurbación Veracruz-Boca del Río, no requirió del repudio, simplemente quedó en el olvido y el viento le hizo a esa estatua, lo que no le hizo a Juárez, y la derribó, poniéndola en el lugar que se merece, en el suelo.
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