Ese trauma político puede estar detrás de esa apertura y santificación que otorga López Obrador a los “arrepentidos” que se suman a su campaña. Las puertas están abiertas sin restricciones; en Morena no existe un letrero que diga: «Nos reservamos el derecho de admisión». En Morena puede entrar cualquier truhan, cualquier traidor, cualquier vende patrias; Manuel Espino es todo lo anterior y ya está en el proyecto lopezobradorista.
Si los politólogos y encuestadores dicen que Andrés Manuel es el único que puede ponerse el pie para tropezar, tal parece que esta apertura podría provocarle el tropezón. No se puede aspirar al Paraíso negociando con el diablo. Pero AMLO no lo puede evitar, el trauma que cargan desde el 2006 lo tiene obnubilado.