En nuestro país algo se dislocó; hace mucho tiempo, en nuestra sociedad algo se salió de su sitio. Los gobiernos corruptos que han gobernado este país no se dieron cuenta que junto con la corrupción viene el crimen. La pobreza y la falta de oportunidades ha generado un clima de resentimiento. A nadie se le ocurrió que, al no dar estudio y trabajo a toda una generación, a varias generaciones de jóvenes, éstos ya adultos buscarían la manera de conseguir sustento a como dé lugar. Esas generaciones de jóvenes olvidados han sido durante las últimas décadas las que han llenado las filas de las bandas criminales que azotan al país.
En su momento no lo pensaron, y ahora la violencia y el terror son las consecuencias. Sin embargo, en Veracruz hay que sumar uno de los actos más perversos de los que se tenga noticia. Un gobernador nos vendió a la delincuencia por unos cuantos millones de pesos; un gobernador, con tal de ostentar «la plenitud del pinche poder» nos ofreció como si los veracruzanos hubiéramos sido de su propiedad, como si fuéramos la hija virgen de un desalmado que la entrega al violador y a sus amigos.
Pero ya basta de lamentaciones, no podemos vivir lamentándonos de ese acto vil; es necesario hacer algo. Que nadie venga a decirnos que no se puede hacer nada, que debemos acostumbrarnos a vivir en el terror; que nadie venga, como Bermúdez Zurita, a decirnos que la solución está en comprarnos un perro. Conocemos de lugares donde la delincuencia se ha logrado contener. ¡Hagan algo, pero ya!
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