Xalapa: debut y despedida

Cabildo xalapeño, Hipólito Rodríguez Herrero con los regidores y síndica FOTO: FACEBOOK
- en Opinión

Uriel Flores Aguayo / Sería un error pretender definir a las autoridades municipales de Xalapa, a partir de sus declaraciones u ocurrencias, aun siendo reiteradas y llamativas. Es prematuro llegar a conclusiones sobre el tipo de gobierno que ejerce o pretende el ayuntamiento local, además de ineficaz por falta de elementos; no deberíamos practicar el fatalismo y la desesperanza a que es muy dado el ambiente político y social en nuestro país. Siendo serios y responsables más vale irse con calma a la hora de caracterizar, dar opiniones y fijar postura sobre los inicios de un Gobierno que representa en nuestra historia, al menos, la segunda alternancia municipal. No es un dato menor, por lo tanto se requiere rigor y paciencia para abordar la marcha de esta nueva administración.

Por supuesto qué hay signos preocupantes que ya están generando polémica, sin embargo hay que esperar un poco más a que avance el tiempo para estar plenamente seguros de los aspectos fundamentales del proyecto que encabeza una mayoría edilicia de MORENA. Palabras más o menos, siempre hay elementos generales para observar el rumbo de un proyecto de gobierno, siendo más o menos exigentes con él conforme a su origen partidista y las expectativas despertadas. Está el fundamental elemento democrático a aplicarse en el cabildo, concretado en el respeto a la pluralidad y la búsqueda de consensos; el monolitismo y el mayoriteo no son democráticos, son más de lo mismo y pueden ser aplicados por cualquier sigla partidista sin necesidad de adornarse con retórica vanguardista. También es clave en la diferenciación de lo viejo y lo nuevo la construcción de ciudadanía en sentido contrario al clientelismo; esto implica que los programas sociales no serán condicionados y se respetará la dignidad de los ciudadanos, reconociéndolos como sujetos de derechos; generar clientelas para la movilización partidista es lo anacrónico, lo que cualquier membrete partidista haría sin llenarse la boca de alusiones a la esperanza y a los cambios. Un elemento clave para identificar la presencia de algo diferente es si el proyecto de gobierno es partidista únicamente, faccioso o si es abierto, plural y municipalista; más de lo mismo, con otro color, es priorizar para los cargos los criterios partidistas, es subordinar los intereses locales a proyectos nacionales y omitir la representación plural en el Ayuntamiento.

Lamentable, sin ser irreversibles, se vienen asomando algunos aspectos de esa vieja cultura política del partido de Estado, aquí en chiquito, y la simulación. Están en marcha  desiciones políticas que pueden frustrar lo que se pensaba como cambio. Si la apuesta por los fines de partido, extra municipales, se impone, estaremos ante una alternancia fallida y un fracaso de lo que se auto nombra como proyecto de izquierda, cualquier cuestión que eso signifique. Hay que esperar un poco más, sobre todo que pasen las elecciones presidenciales, cuyo impacto en nuestra realidad municipal es muy fuerte y deforma intenciones y voluntades.

No se debe obviar que la mayoría edilicia actual ha hecho muy poco para serlo, que tiene un mandato claro de la gente y es depositaria de un proceso histórico que no se agota en unas siglas. Es sano, por su bien, que no se comporten con lo que sería una absurda soberbia, de poder ocasional, del estilo Fidel Velázquez; deben asumir que no están refundando nada, que tienen alcances limitados y normales. Todavía están a tiempo de intentar un gobierno novedoso y democrático, digno de un municipio como Xalapa, tan generoso y hospitalario.

Recadito: no por previsible son menos pobres las expresiones del folclórico dirigente estatal de Morena.

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