Es por ello que de inmediato Ricardo Anaya salió a decir que con los medios de comunicación hay una total apertura y que no importa si las entrevistas son banqueteras o no, él va a atender a la prensa. Pobre Dante, poco a poco se irá relegando, poco a poco se irá quedando solo, poco a poco se irá convirtiendo en un convidado de piedra.
Lo invitarán a las conferencias, pero le rogarán que guarde silencio. El problema es que el señor tiene un problema con su protagonismo y aunque quiera no podrá quedarse callado. Ah qué Dante, «si ya saben cómo es para qué lo invitan».