A punto están de contratarlo para un buen puesto, con un buen sueldo, cuando de repente se aparece por ahí el hijo de un funcionario público muy influyente al que le dan el trabajo, a pesar de que el joven nunca acudió a la universidad, a pesar de que no tiene ni los conocimientos ni las aptitudes para el trabajo que ofertan. El padre le compró el título universitario, y en ese momento le está comprando el trabajo.
Eso sucede con más frecuencia de lo que usted se imagina. Eso se llama frustración porque alguien frustró llegar a tu meta, cumplir tu objetivo. A punto de llegar al final de la carrera alguien te puso un traspiés y caíste de bruces; allá tú si te quiere quedar tirado, frustrado y lleno de amargura, lo mejor es que no.