Dice Peña Nieto que el sí lee, entonces debemos creer que lo que pasó en la malograda FILU de Guadalajara sólo fue un tropiezo. Sin embargo, hay personas que todavía creen que si le preguntaran al presidente cuáles son, pasados seis años, tres de los libros que más han influido en su carrera como político, seguro citaría a Trump, volvería a equivocarse con un libro de Krauze y seguiría pensando que la Biblia es una telenovela, semejante a La rosa de Guadalupe.
En Jalisco, en la inauguración de un Macrolibramiento fue que dijo: «Cuando yo andaba en campaña, en 2012 asistí a la Feria Internacional del Libro, la malograda participación en la Feria Internacional del Libro que muchos recordarán porque supuestamente terminó siendo una participación en la que resultó que poco leía, lo cual no era cierto». Pero, ¿por qué no creerle a Peña Nieto que sí lee? Bueno, porque una persona que lee, un verdadero lector, lo refleja en su forma de expresarse, en su forma de ser.
Nadie que haya leído completo El Quijote puede desdeñar como Peña Nieto lo hace, el derecho a la libertad; nadie que haya leído Memorias de Adriano puede ser tan indiferente al cumplimiento de las leyes; nadie que haya leído algunos capítulos de la Biblia puede sentir que la impunidad es semejante a la redención. O tal vez Peña sí lee, pero entonces, ¿qué pinches libros lee?
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