Existe una expresión bíblica que señala que existen personas tan indecisas, tan incongruentes, tan desechables y nocivas que son «como el tamo impelido por el viento». Al respecto, el libro de los Salmos dice que los justos son «como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita, y todo lo que haga tendrá éxito. Los inicuos no son así, sino que son como el tamo impelido por el viento».
El tamo, nos dice un diccionario bíblico, es esa «paja menuda y polvo que queda en las eras después de la trilla de cereales, como la cebada y el trigo. El tamo, no comestible para el hombre, era inservible, por lo que constituía un símbolo apropiado de algo ligero, sin valor e indeseable que había de separarse de lo bueno para desecharlo».
El tamo es inservible, no es para consumo humano. Si en la trilla no se separara el tamo, ese polvillo provocaría problemas intestinales en quien lo consuma. Es por ello que el trigo o la cebada se zarandeaba en trillos o se volteaba con horcas para que el viento se ocupara de llevarse ese polvillo inservible, esa paja nociva, de ahí la expresión «como el tamo impelido por el viento».
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