No hubo la necesidad de la típica pancita ni de los huevos al albañil; cree que la ha librado. Sin embargo, a eso de las 11:00 horas empieza con la sudoración, con los temblores y después le viene el mareo, la náusea, un terrible dolor de cabeza y dolor de estómago. No soporta la luz y busca el encierro de su habitación, pero como ya se encontraba en la calle, tiene que soportar el sol y el ruido del tráfico.
Se toma un Tehuacán y unas aspirinas, pero no son suficientes, si acaso le curan uno o dos malestares, pero el resto sigue. A este síndrome los expertos en las ciencias etílicas le han llamado “la todajunta”, y es el momento en que todos los síntomas de una cruda se manifiestan al mismo tiempo atormentando al sujeto que se pasó de copas y que pensó que iba a salir impune de sus excesos. Es como la venganza de Moctezuma, como el purgatorio de Dante, como los tormentos que suceden al placer. Lo peor de todo es que no se cura, esa se pasa sola.