Que al hombre le vaya bien o mal en la vida, depende de las decisiones que éste tome. Arturo Bermúdez Zurita, el otrora poderoso mandamás de la Seguridad Pública en el estado de Veracruz, jamás se imaginó que el brazo de la justicia lo tuviera bien guardado en el penal de Pacho. Por fuentes cercanas al penal, se sabe que Bermúdez Zurita se encuentra más solo que un cactus en el desierto.
Las pruebas en su contra, conforme pasa el tiempo, cada día se fortalecen. Apenas la semana pasada el actual secretario de Seguridad Pública reveló que su antecesor, Bermúdez Zurita, no ejerció un presupuesto de 900 millones. Además, la presión de los grupos de padres de los desparecidos en el sexenio de la muerte, cada día es más fuerte.
De manera que, si Bermúdez Zurita burlara alguna acusación con alguna argucia legaloide o algún amparo, todavía cabría la posibilidad de fincarle otras responsabilidades penales, como desaparición forzosa, secuestro o privación ilegal de la libertad. Lo cierto es que el excapitán Tormenta está aprendiendo que en esta vida se siega lo que se siembra. Ni hablar, le está lloviendo sobre mojado al que fuera el hombre fuerte de Javier Duarte.
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