Es una verdad absoluta que para gobernar se requiere talento e inteligencia, sensibilidad para tratar a los diferentes grupos sociales, tener los conocimientos básicos para calcular, por los menos, los costos de las obras y, por supuesto, contar con los suficientes valores para no dilapidar los recursos de los ciudadanos. Si un ciudadano quiere gobernar, no sólo basta con que tenga ganas, tiene que estar bien preparado.
Ahora imagínese usted al exjugador de futbol Cuauhtémoc Blanco siendo gobernador del estado de Morelos. Resulta que el presidente municipal de Cuernavaca quiere ser el próximo Ejecutivo estatal. Si usted piensa en sorprenderse, no lo haga, en México se puede esperar de todo en el mundo de la política.
La culpa no es del futbolista si no de los que votaron por él. Imagínese usted a un personaje gobernando con las vísceras, cuyo único objetivo es desquitarse de Graco Ramírez. Se recordará que cuando tomó protesta, el broncudo futbolista se puso a llorar, por eso en esta ocasión, con motivo de su informe, dijo: «Esta vez, no voy a llorar como hace un año que estaba muy enojado».
Lo cierto es que los habitantes de Cuernavaca ya se dieron cuenta que el futbolista resultó un chasco. Cuando Blanco comenzó a hablar de sus “logros”, muchos movían la cabeza desaprobando sus palabras y en las redes sociales su campaña de publicidad con el rostro difuminado con la leyenda «En Cuernavaca se pudo», ha sido blanco de burla. Ya se verá si Cuernavaca vota otra vez por este señor, que se siente parido por las hadas.
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