Dogmático, terco, tozudo y sin dejar hablar a sus interlocutores, así se vio esta mañana a Ricardo Anaya en la entrevista del noticiero de Loret de Mola. Apareció hablando con un desparpajo, como si ya fuera presidente. Usó frases largas y continuas con mucha seguridad, como si tuviera la verdad absoluta.
Él no reconoce otra verdad más que la suya. Un hombre que, a pesar de que él y su familia fueron acusados por enriquecimiento ilícito, se siente virginal, inmaculado y sin tacha. Critica férreamente a López Obrador por usar propuestas viejas y fracasadas y a Meade Kuribreña lo recrimina por nadar en la corrupción y de plano lo coloca en un tercer lugar.
Cuando le preguntaron si llegaba desgastado, sacó a luz el caso de enriquecimiento ilícito, señala que le ganó a El Universal en el juzgado, en el INE y en cualquier lugar, aunque todo mundo sabe que eso es sólo una verdad a medias.
Ojalá y que Ricardo Anaya haga propuestas y no descalificaciones como las de esta mañana. Los mexicanos quieren propuestas por parte de los candidatos, aunque a decir verdad, está muy difícil que así sea; al menos eso demostró el supuesto chico maravilla de la dichosa alianza del PAN, PRD y MC, llamado pomposamente Por México al Frente.
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