El legado esperado

Fidel Herrera Beltrán; Javier Duarte de Ochoa; Miguel Ángel Yunes Linares FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / En los últimos años en Veracruz hemos sido testigos del legado político de nuestros gobernantes, y para no caer en revisionismos históricos, solo abordaremos las últimas tres administraciones, Fidel Herrera, Javier Duarte y la actual de Miguel Ángel Yunes.

Fidel, la corrupción política como gobierno

Los veracruzanos estábamos acostumbrados a gobernadores ineficientes y en algún grado corruptos, pero Fidel Herrera transformó la idea de gobierno y la llevó a un mecanismo de corrupción política, donde todo lo que se podía comprar con dinero, resultaba barato.

Asumió como propios los recursos públicos y los asignó a un nuevo propósito, engrandecer su imagen, construir peso a peso la idea del político genial, del hombre audaz, inteligente, a prueba de cualquier circunstancia o reto.

Lo escuchamos dando instrucciones a sus subordinados en plena campaña electoral, pendejeando a su candidato, disponiendo de millones y millones de pesos. También fuimos testigos de como compró a líderes y legisladores de partidos de oposición, prácticamente, peso a peso hizo de la democracia en Veracruz lo que le dio en gana.

Cómo olvidar su verborrea incansable al hablar de sus logros “imponentes” y de su advertencia “Vamos Bien y viene lo mejor”, que hoy sabe a broma cruel. Para que, a escasos días de terminar su gestión, disponer libremente de 10 mil millones de pesos.

Fidel Herrera corrompió todo lo que tocó, y lo peor es que tocó casi todo Veracruz.

Javier Duarte, la corrupción total

Javier sucedió a Fidel y el único interés que tenía era el recurso público, nunca le importó gobernar, no tuvo intención de otra cosa que apropiarse de cualquier dinero que pasara por sus manos.

Pasó de la corrupción artesanal, a la que estábamos acostumbrados los veracruzanos, a una sistemática y de proporciones totales. Encontró en el sistema financiero la vía para vaciar hasta el último centavo del erario. Prestanombres, traspasos a empresas internacionales, utilización de empresas fantasma y la abominación de declarar que él no tenía nada, que era un pobre funcionario público.

Javier no corrompió nada, por la sencilla razón que ya estaba todo podrido cuando llegó a la gubernatura. Tan solo perfeccionó y sistematizó el desfalco.

Miguel Ángel Yunes, la venta de impunidad como pragmatismo electoral

Aquí es donde el legado, a pesar de no ser intencional, demuestra que la corrupción es más que disponer ilícitamente del recurso público. Simplemente dispuso de la justicia según sus intereses políticos, persiguió a quien no se sometió, encarceló el escándalo y negoció lo que era o podía representar un beneficio político.

El legado puede ser tan terrible o mayor que los de Javier y Fidel, la razón es que perpetua la corrupción y la convierte en perfectamente deseable y políticamente recomendable.

Al principio los utiliza en campaña como argumento electoral; después conforme se acerca el día de toma de posesión, decide negociar con los señalados y les ofrece un trato perfecto para ambas partes, parte del dinero robado y el capital político a cambio de impunidad; algunos vieron en este trato, una enorme ventaja. El negocio perfecto, solo los necios y orgullosos no lo vieron, por eso la cárcel y justicia a modo y gusto.

Perpetúa la corrupción, porque a partir de ahora cualquiera sabe que al final, en el muy, pero muy remoto caso, siempre tendrán la opción de la impunidad a cambio de solo una parte del botín.

Ya ni el desprestigio de corruptos los incomoda, el trato es perfecto.

Es muy triste, pero los tres legados son inaceptables para los veracruzanos, Fidel y Javier no pueden hacer nada por cambiarlo; Miguel Ángel Yunes, creo que aún puede hacer algo, la decisión está en sus manos y los veracruzanos estamos esperando.

El primero, solo era un pobre ladrón megalómano; el segundo, un ratero con algo de conocimientos financieros; el tercero, un pragmático electoral.

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