Un hombre poderoso y rico que supuestamente representaba a los más necesitados de Dios, se despide pidiendo perdón por sus “debilidades y omisiones”. Digno de conmover al más recalcitrante ateo, Norberto Rivera escribe en su carta de despedida. «Pido perdón por mis debilidades y omisiones. Al final de mis días espero encontrarme con mi Salvador, rico en misericordia».
Pero para que vea la bondad de Norberto Rivera, lea con cuidado las siguientes frases y siéntase seguro que este hombre piadoso seguirá velando por la salvación de su alma. «Me llevo la satisfacción de no haber permanecido mudo ante la violación de los derechos humanos y divinos de mi madre la Iglesia. Lamento si, por mi posición firme, alguien se sintió ofendido y lastimado, y una vez más pido humildemente perdón a quien, aun sin querer, haya ofendido».
Vaya caradura de este hombre. Después de escuchar sus conmovedoras palabras, nos acordamos de las del hombre que dice representar: «Hipócritas, prole de víboras, cómo habrán de huir del juicio del Gehena».