Rafael Pérez Cárdenas / El horno ya está para bollos. Los días de diciembre serán definitorios para el futuro de cientos de proyectos políticos y la vida de millones de personas involucradas en ellos, e incluso, de quienes sólo van a participar con su voto. Lo mismo pasa en el resto del país, que en nuestra aldea, que cuál volcán en erupción muestra una cara afable al exterior pero en sus cavernas la lava está por estallar.
Los escenarios hoy son infinitos. Ya definidos dos de tres lugares en la liguilla –con Andrés Manuel y José Antonio Meade como invitados-, el Frente Ciudadano por México irá hasta la última jornada para conocer a su candidato. En los momios, Mancera aventaja dos a uno a Ricardo Anaya, lo que lo perfilaría a la candidatura presidencial, a pesar de todos los esfuerzos del joven maravilla, quien resultó ser una verdadera antorcha y no un cerillo como han dicho los propios panistas.
En este escenario nacional, ayer mismo se destapó como aspirante al gobierno de la ciudad de México el aún director general del IMSS, Mike Arriola, tomando por sorpresa a más de uno. Hasta ahora, se ve muy difícil que el PRI salga de un lejano tercer lugar, atrás de Morena y el PRD, sin embargo le urge una apuesta que cierre la brecha con Andrés Manuel.
Lo de Arriola parece más bien un distractor. La única carta fuerte que tiene el PRI en la ciudad de México se llama José Narro, un académico muy prestigiado, ex rector de la UNAM, con una gran ascendencia en la comunidad universitaria. Ayer, Enrique Ochoa Reza no negó esa candidatura y en política, lo que no se niega se afirma. Narro traería una buena cantidad de votos a la causa priista.
En la aldea las cosas están al rojo vivo. Los dos senadores de la República, Héctor y Pepe, han llevado la competencia a un final de fotografía, aunque eso moleste a las huestes del segundo, quienes parecen decididos a dinamitar la elección si la candidatura no les favorece. En esa inseguridad, los amigos de Pepe se están convirtiendo en sus adversarios, abriendo frentes innecesarios.
El jueves Pepe Yunes presentará su informe de una forma muy novedosa, a través del internet y apoyado por las redes sociales; pero al mismo tiempo, dejando entrever que no tiene la intención de auto infringirse la candidatura. Lástima que no todos lo entiendan así.
Para el Senado no hay carta cantada. Cuando todo mundo daba por hecho la candidatura de Anilú Ingram, tres factores parecen que le han devuelto las noches de insomnio. La exclusión de Miguel Ángel Osorio Chong a la candidatura presidencial –lo que le llevó hasta las lágrimas, dicen algunos de sus malquerientes-, la exposición mediática de Elizabeth Morales recibiendo el calor presidencial durante un evento del Issste en Chiapas; y la incertidumbre de su fecha de renuncia. Hoy no son los mejores días para la delegada federal que ya conoce el amargo sabor de una derrota.
En cambio, en la esquina de enfrente, la ex alcaldesa de Xalapa parece que cambió su residencia Papantla: no abandona su carita sonriente. Es cierto, Elizabeth ha sabido cultivar muchos enemigos, todos auténticos, pero también ha logrado sembrar apoyos políticos muy relevantes. Basta darse cuenta como logró, en un par de años y luego de una estrepitosa derrota en la elección federal, saltar de una inocua delegación estatal de la Profeco, a la antesala de la candidatura al Senado. De que gane, esa es otra historia que se platicará en su momento.
El compañero de fórmula tampoco está cantado. Las versiones sobre que Antonio Meade habría vetado a Juan Carlos Molina se multiplican; hace meses que no pone un pie en la Liga que dirige, incluso ha olvidado reclamar los pagos que asumía como pendientes por parte de la dirigencia de su partido y ha tratado de mantenerse vivo pero casi en la clandestinidad.
Sin embargo, tampoco ha aparecido otra figura capaz de competir electoralmente para el Senado. Si Américo Zúñiga no va al PRI en el caso de que Pepe Yunes no sea el candidato a Gobernador, eso lo convertiría en la carta más fuerte y mejor posicionada para alcanzar la nominación. Por eso es que tampoco ha decantado en un sentido o en otro, aunque los pitonisos ya hayan hablado.
Y un detalle más. Una vez definidos los dos candidatos, habrá una verdadera lucha por ocupar el primer lugar en la fórmula, a sabiendas que el triunfo no está amarrado y que un segundo lugar sólo permitiría llegar a uno de los dos. Ese es otro episodio de pronóstico reservado. Nada para nadie, pues.
En el caso de las candidaturas a diputados locales y federales, ninguno ha dicho esta boca es mía. Los tiempos en que los elegidos salían a hacer campaña con muchos meses de anticipación, jalando carretadas de dinero, apoyos y recursos, han quedado atrás. Ahora nadie quiere gastar un centavo si no tiene segura la candidatura –de ganar la elección, mejor ni hablamos-, y ante la falta de un gran decisor, esto es una ruleta rusa.
El comal ya está para bollos. Es tiempo de servir la mesa y distinguir entre comensales y convidados de palo.
Las del estribo…
- ¿Qué hizo Edgar Spinoso que lo destierran del paraíso? ¿Fue en contra del gobierno federal, en contra del PVEM, en contra de quién? ¿Él fue el único que desvió recursos y el único que será procesado? ¿Entregar la casa del Club de Golf fue suficiente para escapar a la hoguera? ¿Es el último o el primero de la nueva lista? ¿Es justicia a secas o cobro de facturas pendientes? ¿Quién lo puso? ¿Lo pusieron sólo a él? Cuántas dudas dejan una sola acción.
- A Marco Antonio Falcón Quijano lo conocí cuando luego de ser diputado federal, el Secretario de Gobierno Salvador Mikel lo invitó a ser Director de Desarrollo Municipal. En pocos días editamos el primer libro sobre información básica municipal de las autoridades y los Ayuntamientos, que ha evolucionado a ser todo un sistema de información. Muchas coincidencias entre ambos: buenos amigos, ágiles conversadores, con estupendas familias, funcionarios públicos de excepción… y su pérdida mucho antes de lo que hubiéramos querido.
* Columna publicada originalmente para el portal Formato Siete
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