La fascinación por alcanzar y ejercer el poder ha hecho que los hombres sean capaces de hacer cualquier cosa por obtenerlo. La gran mayoría, si no es que todos los que han sido presidentes por el PRI, fueron seleccionados por el Santo Dedazo. El presidente en turno es el encargado de seleccionar a su sucesor. Bajo pacto de saliva y sangre, el elegido por el presidente saliente será el encargado de tapar y cuidar toda la información que comprometa la administración que termina.
Por eso, tanto misterio en el nombramiento del sucesor. No es sólo por respetar los tiempos electorales, se trata de no equivocarse, no vaya a ser que en una de esas, el entrante se quiera dar baños de pureza y justicia y no aguante las presiones. Ya pasó con Ernesto Zedillo, que bajo la presión y las pruebas de corrupción del hermano de Carlos Salinas, Raúl tuvo que pasar varios años bajo la sombra de la cárcel. Y el propio Salinas, tuvo que pasar unas obligadas vacaciones en Irlanda.
Por esa razón, sale Enrique Peña Nieto a desdecir a su secretario de Relaciones Exteriores. Ese privilegio le corresponde al Ejecutivo Federal, no puede dejar un hilo suelto; sabe que si en una de esas pierde su partido y gana Andrés Manuel López Obrador, éste tendrá los elementos suficientes para meterlo a la cárcel.
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