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«Pedro Infante no ha muerto, vive en el corazón de todos los mexicanos»; cien años del Ídolo de México

Hace cien años nació el ídolo de México. Un hombre carismático, talentoso, agradable. Pedro Infante es el cuñado que todos hubiéramos deseado, es el hijo que todas las madres hubieran querido, es el marido que muchas mujeres deseaban, es el hermano que nos hubiera gustado tener. Murió joven, como mueren los ídolos. Murió de manera trágica, como mueren los ídolos. Ha trascendido y atravesado épocas.

Las nuevas generaciones cuando se lo encuentran en sus películas no pueden ser indiferentes a este hombre que tuvo todos los oficios habidos y por haber: carpintero, agente de Tránsito, charro, payaso, panadero, vagabundo, mecánico, bandido, director de orquesta, pobre y millonario, etc., etc.

Muchos lo quisieron imitar, pero quedaron en meros remedos. Pedro Infante es único y como él no ha habido otro en México. Y como dijeran los clásicos: «Pedro Infante no ha muerto, vive en el corazón de todos los mexicanos».

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