Rafael Pérez Cárdenas / En circunstancias normales, aún con la maquinaria del Estado en su contra, Andrés Manuel López Obrador sería desde hace un rato ex Presidente de México. Pero él mismo se ha encargado de dinamitar sus elecciones –cosa que han aprovechado sus adversarios políticos- a través de su arrogancia y un discurso que carece de sentido común, primero con el PRD y ahora con Morena.
Salvo en la elección de Peña Nieto, López Obrador ha iniciado dos campañas presidenciales con un margen de ventaja suficiente para nadar de muertito, cuidar su lengua y la de sus colaboradores, y apostar al enfado de la gente. Sin embargo, le gana el carácter y la ansiedad, dilapidando todo el capital político con que cuenta.
Sobra decir que Andrés Manuel es un fenómeno político y electoral. En este país, cada sexenio aparecen de manera fugaz una serie de partidos políticos que buscan ser satélites de los partidos históricos, sin embargo, no logran pasar la prueba de la primera elección. Hay otros, que han sobrevivido con base en una estrategia de alianzas que les ha dejado carretadas de dinero y posiciones políticas, como es el caso del Partido Verde.
Sin embargo, Morena es el único partido en la historia del país que podría ganar la Presidencia en la primera elección que participa. Decir que el PRI tuvo ese mismo mérito no es válido porque en ese entonces era el único partido, un partido de estado. Sólo que parece que Morena no quiere gobernar.
Para ejemplificar lo anterior, sólo hay que ver el comportamiento de Morena en el estado de Veracruz. Ha venido creciendo de manera exponencial –el apoyo que pudo haber recibido de Javier Duarte en su momento es algo que sólo los protagonistas lo saben-, lo que le permite ser hoy la segunda fuerza política de Veracruz. A partir de enero, gobernará ciudades tan importantes como Poza Rica, Xalapa y Coatzacoalcos.
A pesar de ello, carece de cuadros políticos. De verdaderos estrategas que entiendan y conozcan Veracruz y que capitalicen políticamente su crecimiento y aprovechen los errores que están cometiendo los otros partidos. Lo que tienen hasta ahora, son simpatizantes lopezobradoristas –los ejemplos son Cuitláhuac García y Rocío Nahle- que poco conocen del estado y del ejercicio de gobierno. Lo peor que le podría pasar a los municipios mencionados, es que se conviertan en cajas chicas de la campaña presidencial de Andrés Manuel.
Es además un partido con una marcada misoginia. Los casos de las diputadas Daniela Griego y Tania Carola, son ejemplo de cómo el talento y la racionalidad han sido marginados en aras de no distraerse del objetivo: la campaña de López Obrador.
Y el otro punto en su contra es el discurso del fraude. Insistir en qué estamos en una democracia plena cuando ganan –la elección municipal pasada es el ejemplo-, y que hay contubernio y fraude cuando pierden, moja el entusiasmo de los electores. A nadie le gustan los malos perdedores; esa fue una de las enseñanzas que tuvo el PRI luego del descalabro en el año dos mil con Vicente Fox y que le permitió recuperarse una década después.
Así está sucediendo con la elección de Emiliano Zapata. Es cierto, llena de irregularidades de principio a fin, siempre hubo la certeza de que las cosas saldrían mal, sin importar quien ganara la presidencia municipal. La cosa al final no pasó a mayores porque fue Morena quien se había alzado con el triunfo, hasta ayer que la Sala Regional del TEPJF decidió anular la elección. Y ardió Troya…
Manuel Huerta, el infumable y grotesco dirigente estatal de Morena, el mismo que pedía años de sueldo por adelantado cuando fue diputado federal o que corría a esconderse a la cochera del Palacio Municipal cuando lo perseguían para cobrarle un agravio, ha salido a decir que se trata de una alianza política de la “alianza Peña-Yunes”.
En su ignorancia, amenaza con solicitar juicio político en contra de los magistrados que tomaron esa decisión. ¿Qué pasaría en este país si todos los partidos solicitaran juicio político contra los propios tribunales cuando pierden una elección en la mesa? Así de absurdo el dirigente que despacha desde el café de la Parroquia.
Una declaración incendiaria muy al estilo del Peje que no tiene ningún sustento ni prueba que abone a la certeza. Morena goza de base social pero carece absolutamente de una estructura partidaria seria que le apueste a la legalidad. Como el resto de los partidos políticos, lo que Morena debe hacer es pelear en las instancias jurídicas para fortalecer las instituciones, no dinamitarlas.
Morena está acostumbrada a hacer guerrilla y no política. Ojalá que en el futuro, si así lo decidieran los electores, Morena llegue a ocupar cargos de relevancia con perfiles como las jóvenes diputadas locales. Si la intención es empoderar a personajes como Manuel Huerta, estaríamos confirmado que la democracia también puede servir para fastidiar las cosas.
A veces da la impresión de que Morena no quiere gobernar.
La del estribo…
- Negocio a la vista. Transportistas de todo el estado ya han sido notificados que en breve iniciará el re empadronamiento, que incluye el cambio de color y rótulos de los vehículos, particularmente taxis. En la zona centro del estado, por ejemplo, los delegados de tránsito ya avisaron que quien quiera realizar el trámite con éxito tendrá que ir a un mismo proveedor. Dinero limpio y por la libre para las campañas. El gobierno de Veracruz sonríe.
- Salvado el penoso asunto del Informe de Gobierno, los partidos se lanzan con todo al proceso electoral. La primera disputa se ha dado en el uso discrecional de los programas sociales con fines electorales. Veracruz sonríe, la ampliación subsidiaria del programa en Boca del Río, es el secreto mejor guardado del gobierno: nadie sabe cuánto ejerce, cuáles son sus padrones, quienes son y dónde están sus beneficiarios. Todo va por cuenta de la casa.
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