Al dar la bienvenida a nuestro país al presidente Tabaré Vázquez de la República Oriental de Uruguay, el presidente Enrique Peña Nieto equivocó el nombre del país y en lugar de decir Uruguay dijo Paraguay. Esas cosas le pasan a cualquiera, ¿cuántas veces no hemos confundido la magnesia con la amnesia? Pero a un presidente de la República le debería pasar muy pocas veces este tipo de equivocaciones, sobre todo porque gasta millones de pesos en asesores y escribanos que redactan sus discursos y lo ponen al tanto de cada uno de los invitados.
Recientemente el presidente Peña acusó a la sociedad civil, es decir a los mexicanos que gobierna, por condenar, criticar y hacer bullying «sobre el trabajo que hacen las instituciones del estado mexicano».
Después de este error cometido, después de esta equivocación humana en las redes sociales se burlaron del presidente, es decir le hicieron bullying. Pero pues tampoco hay que culpar a los mexicanos, el problema es que el presidente no quiere que se burlen de él, pero él se pone de pechito.
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