IPAX, insensible; el caso Molli

La Fiscalía Especializada en Delitos Ambientales y Contra los Animales (FEDAYCA), a cargo de Andrés De La Parra Trujillo, investiga las causas que originaron el deceso de un animal canino, cuya imagen fue difundida por redes sociales FOTO: FGE
- en Opinión

Salvador Muñoz / La pareja de ancianos esperaba paciente pero con la angustia reflejada en el rostro… no se querían mover de esa puerta que era esperanza, querían que fuera esperanza. No sé si hayan ido a almorzar cuando cerca de las 13 horas llegó un grupo de voluntarios a dar también alimento a quienes al igual que esa pareja de ancianos, esperan noticias de sus familiares.

Quien haya estado presente en un nosocomio, y más en el área de emergencias, sabe de la angustia que se vive en ese lugar y a la vez, lo que económicamente puede generar tener un familiar allí, porque ya piden medicina, jeringas, lo que sea, que a veces el comer pasa a segundo término o no se acuerda uno de ello… hasta que llegan los voluntarios al Centro de Especialidades Médicas Rafael Lucio, de aquí de Xalapa.

Entonces, algunos con desconfianza, por no saber si hay costo alguno, se acercan y reciben no sólo que un sandwich, gelatina, pambazos, aguas preparadas con alguna fruta, también les dan una sonrisa, muy difícil de encontrar en esos lugares… no porque la gente sea ojete, sino porque cada quien vive una tragedia.

Con los voluntarios, hay lugar entonces para darle al estómago un poco de calor y al alma, otro poco de descanso… hasta que aparece el uniformado…

Se entiende que el Policía del IPAX, celoso guardián del orden, pida eso, orden ante el movimiento inusitado de gente cerca del área de emergencia… pero hay modos y al menos, el modo que usó el Policía Auxiliar no agradó ni a los voluntarios ni a la gente…

Total que “se guardó la compostura” ante la demanda del uniformado del IPAX y fue entonces que la puerta se abrió, sí, esa puerta a la que esa pareja de ancianos no le quitaba la mirada para nada… salió un hombre de blanco al que identificaron esos viejitos que se acercaron a él lo más pronto posible… la mirada del doctor y el llanto desgarrador de una mujer y de un hombre decían todo…

¿Cómo se puede detener el dolor cuando se siente que el alma se desgarra? Un silencio solidario acompañó a esa pareja de ancianos que era evidente que esa puerta que consideraban su última esperanza, se había cerrado. Sí, no había palabras para consolarlos… hasta que llegó ese Policía del IPAX e hizo lo inconcebible… “por favor, dejen de hacer escándalo en esta área”…

No sé a quién se tenga uno que dirigir, si al director del CEM o al del IPAX, pero debe ser posible pedirle a este uniformado un poco de sensibilidad, porque es evidente que lo que no tiene ¡es madre!

II

Molli. Así se llamaba. Para “su dueño” (por llamarlo de un modo) era un “puto perro” que no merecía atención. “¡Ni que fuera un niño!

Molli, de pelo negro, vivía en un balcón amarrada a una cadena. “Vivía” es un decir, porque sobrevivía gracias a las salchichas que los vecinos arrojaban para que comiera.

De acuerdo a boletín de la Fiscalía Especializada en Delitos Ambientales y Contra los Animales, apenas el pasado 8 de noviembre, se abrió una carpeta de investigación tras denuncia de vecinos ante el Centro de Salud Animal de Xalapa… lamentablemente para Molli, la justicia no llegó pronto para salvarla allá en la colonia Luz del Barrio. Su cuerpo colgado por el cuello yacía inerte en las redes sociales… en los “emoticones” de disgusto… en las expresiones de odio para un tipo que creyó que tener un perro, una mascota, es una oportunidad de desahogar sus frustraciones con la vida.

Se tiene la percepción que se pudo hacer más por Molli, que se pudo salvar. Molli generó en los cibernautas un desaliento, una frustración, un enojo para con el mismo Fiscal Andrés de la Parra Trujillo.

¿Comités Ciudadanos de Vigilancia? Fue una de las ideas que uno retoma en los varios comentarios que se expresaron por el caso Molli. No me parece mala propuesta. Sé de personas que por rescatar a un perro del maltrato, han sufrido golpes por parte de los “dueños” que ni cuidan a sus mascotas pero no les permiten una oportunidad de vida. Ojalá alguno de nuestros diputados retomara esa idea y buscara enriquecer nuestra Ley de Protección Animal. Si bien, no se pudo hacer justicia a Molli por parte de las autoridades correspondientes para que hoy pudiera estar a salvo, hay algo que se puede hacer: ¡aplicar la Ley! Y pensar, por qué no, en penas más severas…

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