Pero para evitar dicha situación, el expresidente de la Generalidad de Cataluña prefirió entregarse y esperar a que un juez belga determine si puede seguir en libertad bajo ciertas condiciones o si es puesto en prisión para después ser entregado a las autoridades españolas. Si Puigdemont no previó estos acontecimientos al momento de proclamar la independencia de Cataluña, merece él, junto con sus cuatro asesores, ser hecho preso.
Como ya lo hemos referido, el gobierno español no mostró un ápice de flexibilidad en el tema de la independencia de una de sus provincias. España sabe que una vez que muestre debilidad en el caso catalán, luego vendrán los gallegos, los andaluces, los vascos, y así, hasta que España se desgrane, valga la redundancia, como una granada.