Hoy no es la sombra de lo que fue; tan sólo la selección de la Reina del Carnaval era un proceso que involucraba a damas de la sociedad porteña y artistas de reconocido nivel. Hoy el Comité de Carnaval sufre las de Caín para medio convencer a las damas porteñas para participar. El Carnaval de Veracruz se ha convertido en una fiesta de barriada, donde abundan los puestos de caguamas y de jícamas con chile.
Los propios jarochos que habitan en el puerto ni se asoman a Los Portales ni van a los desfiles; esta fiesta es para los de afuera, gente de la Ciudad de México y de los municipios circunvecinos. Ojalá que en esta ocasión se privilegie la llegada de comparsas extranjeras, batucadas de primer nivel y la contratación de artistas con precios accesibles para el pueblo. Total, es fiesta del pueblo.