Una propuesta para terminar con la corrupción

Javier Duarte y parte de su equipo de colaboradores FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / En estos días he tenido muy poco trabajo, así que el tiempo que tengo libre lo utilizo para, como decía mi abuela, darle vueltas al asunto, creo que es indispensable elaborar una estrategia para combatir la corrupción de nuestros funcionarios públicos.

Esta idea debe pasar por el señalamiento social, dirigida a los jóvenes, porque nosotros ya estamos contagiados del mal y por desgracia no creo que exista nada para combatirla. Lo pensé detenidamente, la aplicación de la ley no es suficiente, endurecer nuestras leyes, menos, no ha dado resultados y estoy convencido que nunca los darán, sobre todo cuando parece que el fin más importante es el control político sobre la justicia.

Pensé en una campaña como la que se tiene con el tabaco, algo así como: “este es el resultado de la corrupción” y, dejar perfectamente claro que la corrupción no somos todos, esa idea diluye la responsabilidad entre toda la sociedad.

Se tiene que partir del principio que nuestros políticos siempre nos hablan, de su vocación por el servicio público, de su amor por México y por todos nosotros. También es importante señalar que los sueldos que se reciben en el servicio público, por muy buenos que sean, no son suficientes para amasar esas fortunas insultantes. Tener claro que por ahorrativos que sean, que no lo son, no es posible.

Se me ocurrió un video donde entremos en una de sus fabulosas mansiones, una imaginaria, que se encuentre en la playa con increíbles instalaciones y muelle con el más lujoso yate que podamos pensar.

Entrevistarnos con un actor que represente el papel de un político, entrar a la residencia con él y describir todo, habitación por habitación. Iniciar en el vestíbulo, preguntarle por ese maravilloso jarrón de porcelana que se exhibe orgulloso al centro, él responderá que se trata de una porcelana china del siglo XII, única en México; a lo que le diremos que está equivocado, que ese jarrón no es una porcelana, es el tratamiento de cáncer de Andrea, una pequeñita que murió por ese jarrón, procederemos a colocar una placa con su nombre y la causa de su muerte.

Inmediatamente pasaremos a la sala, donde se encuentra un cuadro bellísimo. Le preguntaremos al político sobre el cuadro, él nos describirá la obra de arte y el autor; nosotros procederemos a colocar otra placa, y le explicaremos que en esta ocasión se trataba de la generación 2014-2017 de un telebachillerato de Tehuipango, en la Sierra de Zongolica, que tuvo que renunciar a su biblioteca y acceso a Internet, para que él pudiera satisfacer su enorme necesidad de disfrutar de esa increíble obra todos los días.

Posteriormente iremos a su alberca, con carril de entrenamiento de veinte metros, el actor que representa al político nos la describirá con todo detalle; pondremos otra placa por todos aquellos enfermos que no tuvieron acceso a las medicinas y a la atención médica indispensable, que aportaron su salud para que nuestro político y su familia pudieran disfrutar de un saludable chapuzón.

Desde la terraza de la alberca, podremos ver su maravilloso yate, le preguntaremos por él e inmediatamente colocaremos otra placa, en la que se recordará a los muertos y desaparecidos por la delincuencia, que en un acto póstumo le entregan este yate para que durante sus paseos por el mar en compañía de sus seres más cercanos, obtenga la paz y tranquilidad que sus familias nunca van a tener.

Indagaremos por otras inversiones, el actor que representa a nuestro político nos hablará de sus residencias en el extranjero, sus aviones y coches de colección; a lo que nosotros le pediremos, de la manera más educada, que por favor coloque las placas de todos los jóvenes que renunciaron a su futuro, que tuvieron que dejar la escuela para que él pueda disfrutar de esos increíbles lujos.

Esta intervención continuará con un corte de caja, pero no me refiero a una auditoría, que no sirve de nada, solo unas sencillas operaciones aritméticas, de lo que ganó durante toda su vida como funcionario público y la suma de todo lo que tuvo a bien mostrarnos. Le demostraremos que jamás pudo amasar esa fortuna con su sueldo.

Él seguramente nos responderá que fue muy ahorrativo y que además tuvo a bien invertir “su” dinero de forma inteligente y constante. Intentará convencernos de que su fortuna no obedece más que a su incansable trabajo y rematará con el clásico, nunca tuve una observación durante mi desempeño como funcionario público, por el contrario, el servicio público es una vocación de vida, de amor a México.

Este spot, finalizará con nuestro argumento, no el de él. La corrupción cuesta, mata y nos empobrece como sociedad. No solo roban nuestro dinero, roban nuestra vida, salud, educación, felicidad y futuro. El servicio público es una vocación de tiempo completo, que requiere de toda la concentración y entrega posibles. Cualquier político que no pase esta simple prueba, es un corrupto, un ladrón y un sinvergüenza que ha cometido la peor de las traiciones, la traición a los veracruzanos.

Les aseguro que muchos de nuestros políticos pensaran que el asunto es personal, pero no, simplemente así son casi todos.

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